Skip to main content

Full text of "Renta Básica de las Iguales y Feminismos - Primera Edición"

See other formats







Título: RENTA BÁSICA DE LAS IGUALES Y FEMINISMOS: 

De la centralidad del empleo a la centralidad de la vida 

Autoras: María Puga Fldalgo, Alicia Alonso Merino y Rosa Zafra Llzcano 

Editan: BALADRE - Coordinación de luchas contra la precariedad, 
el empobrecimiento y la exclusión social 
C/ Sant Bernat, 28 - Carcalxent (País Valencia) 

E-mail: baladre@coordlnacionbaladre.org 
www.coordinacionbaladre.org 

ZAMBRA Iniciativas sociales 
C/Francisco Cárter 1, I o , I a -29011 Málaga 
E-mail: zambradlstribuidora@gmall.com 

zambradlstri.blogspot.com 

asoclaclonzambra.blogspot.com 

ISBN: 978-84-941362-6-9 
Depósito legal: MA 880-2014 


@ 


LICENCIA CREATIVE COMMONS 

Reconocimiento - No comercial - Sin obra Derivada 3.0 


Esta licencia permite copiar, distribuir, exhibir los textos e imágenes de esta publicación siempre que se 
cumplan las siguientes condiciones: 



Reconocimiento: Este material puede ser distribuido, copiado y exhibido por terceras personas 
si se muestra en los créditos. 


No comercial: El material original y los trabajos derivados pueden ser distribuidos,copiados y 
exhibidos mientras su uso no sea comercial. 

® Sin obra derivada: Este material puede ser distribuido, copiado y exhibido pero no se puede 
utilizar pera crear un trabajo derivado del original. 

- Se deberá establecer claramente los términos de esta licencia para cualquier uso o 
distribución de este material. 

- Se podrá prescindir de cualquiera de estas condiciones si se obtiene el permiso expreso del 
autor. 

Este libro tiene una licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs. Para consultar 
las condiciones de esta licencia se puede visitar http://creativecommons.Org/licenses/by-nd-nc/3.0/ o 
enviar una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbot Way, Stanford, California 94305, EÜA. 





RENTA BÁSICA 
DE LAS IGUALES 

* feminismo? 


De la centralidad del empleo a la centralidad de la vida 


INDICE 


PRESENTACION 

Abriendo 
el camino 

Alicia Alonso Merino 





































RENTA BÁSICA DE LAS IGUALES i f^miHlífflOS' 
De la centralidad del empleo a la centralldad de la vida 



29 

La desigualdad de las mujeres 
a lo largo de la historia y la 
sumisión al patriarcado 

Rosa Zafra Lizcano 


37 

Renta Básica de las Iguales 
y Feminismos: puntos de 
encuentro... 

¡y caminos por recorrer! 

Mari Fidalgo 


64 

VOCES FEMINISTAS 

Desde Santander, 
Gipuzkoa, Vigo, 
Compostela y Carral 


































Este libro es fruto de la práctica 
cotidiana y la reflexión conjunta, 
colectiva y horizontal. Hecho con 
amor, cuidado, apoyo mutuo y mucha 
rebeldía. Demandado cada vez más 
por colectivos, no sólo feministas, 
donde hemos intentado compartir toda 
esta experiencia acumulada durante 
años de vida, trabajo, lucha, enredos y 
desenredos, de cómo la Renta Básica 
de las Iguales es una herramienta 
igualmente válida para nuestras 
luchas contra el heteropatriarcado 
capitalista. 



PRESENTACIÓN 

Abriendo el camino 

Alicia Alonso Merino 


Fue ya por el año 2001, en Paterna (Valencia), cuando realizamos el 
primer Seminario sobre "Mujer y Renta Básica',' dónde nos juntamos 
gentes venidas de diferentes partes de la península e ínsulas, para 
debatir y reflexionar juntas sobre los materiales que a tal efecto pre¬ 
pararon Sira del Río, Javier Aguado y Guadi Blanco, José Iglesias y la 
compa Karmele de Berri-Otxoak. 

Desvelar la invisibilidad del trabajo de cuidados, las alianzas del ca¬ 
pitalismo con el patriarcado, la feminización de la pobreza y la im¬ 
portancia de la renta básica como herramienta para enfrentar ambos 
sistemas de opresión y dominación fueron algunos de los resultados, 
junto con la creación de alianzas y redes de lucha incorporando esta 
nueva visión. 

Tras el fructífero encuentro y llenas de energía e ilusión continuamos 
en Valladolid reflexionando sobre el tema en unas charlas específicas 
que organizamos, ayudadas por las reflexiones de Amaia Pérez Oroz- 
co y Guadi Blanco, calentitas como teníamos entonces la cabeza y el 
corazón. Después, pasaron años, algunos. 

Años en los cuales fuimos creciendo en nuestros diferentes terri¬ 
torios y trabajando desde los feminismos y la Rbis. Algunas de las 
iniciativas que fueron surgiendo fueron: la sección fija de mujeres 
en la historia preparado por Rosa Zafra en el programa radiofónico 
"Nosotras las personas" de Radio Pimienta, el espacio del Akela- 
rre Zambrero de las compás de Zambra, en Galiza se iba trabajando 
desde las redes de afectos y cuidados impulsadas desde diferentes 
espacios feministas, etc. 

Pero no fue hasta el encuentro de Cuenca en el 2012, que volvimos 
a juntarnos en el grupo de feminismos gentes de Málaga, Canarias, 
Cuenca, Galiza, Euskal Herria, Valladolid... con una visión más am¬ 
plia sobre el heteropatriarcado y otros feminismos. Ya teníamos la 


certeza de como la Rbis era una herramienta muy válida en nuestras 
luchas cotidianas y ya habíamos empezado a incorporarla desde los 
feminismos que cada una y cada grupo iba viviendo. Allí, surgió de 
nuevo la chispa, nos encontramos con ganas de juntarnos, cuidarnos 
y compartir con otras acciones, reflexiones, dudas, inquietudes y pro¬ 
puestas a través de un grupo de internet. 

A finales de ese año, con el estudio de viabilidad de la ¡mplementa- 
clón de la Rbis en Galiza en nuestras manos, planteamos en las dife¬ 
rentes discusiones que tuvieron lugar en las Jornadas Ecofeministas 
"Repensando a vida" la contribución de esta herramienta a la lucha 
por desplazar los mercados, el empleo y el paradigma productivista 
del centro de nuestras vidas. De esos debates y del interés de las 
compañeras en conocer más a fondo la RBI's, salló la propuesta de 
realizar un taller dirigido a lanzar una mirada feminista a la Rbis. Este 
tuvo lugar en Compostela en enero del 2013, en el marco de la I a 
Semana Galega por la RBI's "Movéndonos polo dereito a vivir digna¬ 
mente! 

Y de ahí, en ese camino, llegamos a la Segunda Asamblea Estatal por 
las Rentas Básicas en Valladolld en el año 2013, con la temática espe¬ 
cífica que planteamos sobre Rentas Básicas y Feminismos, donde las 
conclusiones y el trabajo de preparación sirvieron para seguir impul¬ 
sando otros talleres similares por la ancha geografía de la península. 

Unos meses después vino la Marcha de los 30 Años de Baladre, con un 
día dedicado específicamente al tema de Feminismos y RBis, con un tex¬ 
to ya propio, consensuado y especifico sobre Rbis y Feminismos. 

Estos dos últimos años de trabajo y recopilación de conclusiones 
merecía la pena ser recogido y compartido en un librito de difusión 
que es el que tienes ahora en tus manos. 

Es un libro fruto de la práctica cotidiana y la reflexión conjunta, colec¬ 
tiva y horizontal. Hecho con amor, cuidado, apoyo mutuo y mucha re¬ 
beldía. Demandado cada vez más por colectivos, no sólo feministas, 
donde hemos intentado compartir toda esta experiencia acumulada 
durante años de vida, trabajo, lucha, enredos y desenredos, de cómo 
la Renta Básica de las Iguales es una herramienta igualmente válida 


para nuestras luchas contra el heteropatrlarcado capitalista. Según 
íbamos produciéndolo nos asaltaba la duda de si hace algo un poco 
más extenso, finalmente nos decidimos por un formato más sencillo 
y divulgatlvo, el resto.... ya se verá. Esperamos haber sido capaces 
de transmitir toda la vida que merece la pena ser vivida que lleva 
dentro. 



«./'vívV'' 



La Renta Básica en una sociedad 



ecofeminista debe ir acompañada 
de políticas de reorganización de los 
trabajos que no se pueden dejar de 
hacer y de la existencia de servicios 
sociocomunitarios que garanticen que 
la lógica patriarcal de los hogares no 
va a obligar a que las mujeres los sigan 
realizando en solitario. 



PRÓLOGO 

Hacia la centralidad de la vida 


Yayo Herrero 



Estamos atravesando una profunda involución ecológica, social, económica y 
política. El modelo de producción, distribución y consumo que hoy se encuen¬ 
tra en crisis y que se intenta desesperadamente volver a poner en pie se ha 
desarrollado en oposición a las bases materiales que sostienen la vida humana. 

Construida sobre cimientos insostenibles, la arquitectura de las socieda¬ 
des heteropatriacales y capitalistas pone en riesgo los equilibrios ecoló¬ 
gicos que permiten la vida humana (y la de otras especies), dificulta las 
relaciones de interdependencia que nos sostienen como humanidad y 
amenaza con provocar un verdadero colapso antropológico. El metabolis¬ 
mo económico global crece sin observar límites a costa de la destrucción 
de lo que precisamente necesitamos para sostenemos en el tiempo. 





La cultura capitalista se basa en una creencia peligrosa para el futuro 
de los seres humanos: la de una falsa autonomía, tanto de la naturaleza 
como del resto de las personas. 

Teniendo en cuenta el profundo y acelerado cambio climático, el agotamien¬ 
to de la energía fósil barata y de los materiales, la huella ecológica desboca¬ 
da, la profundización en las desigualdades sociales, la desresponsabilización 
del estado y la sociedad del cuidado de las personas en situación más vulne¬ 
rable, el aumento de la represión, el auge de los fascismos... parece ingenuo 
pensar en la factibilidad de una salida basada en meras reformas. 

Hoy, en el Estado español tenemos una buena parte del territorio arrasado, 
absoluta dependencia energética, unos servicios públicos desmantelados y 
unas brutales tasas de desempleo. Son los hogares y la estructura familiar 
quienes están sirviendo de colchón para amortiguar los peores efectos de 
estas políticas neoliberales sobre las personas y, dentro de ellos, a causa del 
rol que el patriarcado obliga a asumir a las mujeres, son estas las que cargan 
con la mayor parte de lo que los recursos públicos dejan de cubrir. 

Cabe preguntarse si va a ser posible poder reconducir el conjunto del sis¬ 
tema hacia otra situación que permita crear sociedades emancipadoras o si 
más bien, estamos en un momento de bifurcación que puede desembocar 
en algo mucho peor para la mayor parte de las personas o en la posibilidad 
de transitar hacia un tipo de sociedades equitativas y conscientes de que 
viven asentadas en un planeta que tiene límites. 

Límites físicos que están ya sobrepasados. La humanidad, en un futuro 
ya tan cercano que es casi presente, tendrá que vivir forzosamente con 
menos energía y materiales y sería deseable que el conjunto de los mo¬ 
vimientos sociales fuesen capaces de articular una resistencia y genera¬ 
ción de alternativas acordes con la complejidad y magnitud de la crisis. 
La necesidad de reconvertir el metabolismo de la economía es urgente 
y debería impulsar un necesario debate social que permita afrontar la ur¬ 
gencia de estas transiciones y realizar propuestas viables en lo biofísico y 
justas en lo socioeconómico. 

La reflexión sobre la propuesta de la Renta Básica no puede realizarse al 
margen de esta situación de crisis material que dificulta, cuando no impi¬ 
de, la reproducción social de cada vez más personas. La propuesta será 


más sólida y mejor comprendida cuanto más anclada esté en las propias 
condiciones antropológicas que sostienen las sociedades. La ecodepen- 
dencia, la interdependencia y los límites de ambas, deben ser el punto de 
partida para pensar sobre la Renta Básica. 

Ecodependientes en un planeta con límites 

Como especie viva que somos, obtenemos lo que necesitamos para es¬ 
tar vivos de la naturaleza. Somos seres radicalmente ecodependientes y 
pensar la vida humana y la economía al margen de la naturaleza es sim¬ 
plemente una ilusión. 

La dependencia ecológica nos lleva directamente a la cuestión de los límites. 
Vivimos en un mundo que tiene límites ecológicos. Aquello que es no reno¬ 
vable, como los minerales o la energía fósil, existe en una cantidad limitada y 
es susceptible de uso sólo hasta que se agota o su extracción es extremada¬ 
mente ineficaz. Y aquello que se renueva, como el agua o la fertilidad de un 
suelo, no lo hace a la velocidad que interesa a la producción capitalista, sino a 
los ritmos de los ciclos naturales que no pueden ser controlados a voluntad por 
la tecnociencia o el capital, aunque éstos puede alterarlos de forma profunda. 

Sobrepasar los límites nos aboca a una situación de incertidumbre y pue¬ 
de, además de bloquear físicamente el capitalismo mundializado, desen¬ 
cadenar cambios a gran escala y velocidad que conduzcan a otras con¬ 
diciones naturales menos favorables para la vida de la especie humana. 

Hoy, ya no nos sostenemos globalmente sobre la riqueza que la naturale¬ 
za es capaz de regenerar, sino que directamente se están menoscabando 
los bienes de fondo que permiten esa regeneración. 

Hasta qué punto las sociedades están dispuestas a asumir los riesgos 
que suponen forzar los cambios en los ciclos dinámicos de la naturaleza 
tiene mucho que ver con las visiones hegemónicas de la economía y la 
política. El fundamentalismo de los beneficios está dispuesto a provocar 
estas situaciones, que colocan a amplias mayorías sociales en situación 
de vulnerabilidad. Y también con los imaginarios de las mayorías sociales, 
empapados de unas inviables nociones de progreso, bienestar y riqueza 
que resultan extremadamente funcionales para el sistema dominante, 
pero nefastas para la sostenibilidad de la vida humana. 


Interdependientes en un mundo 
que esconde la importancia material de las relaciones 

Además de ser ecodependientes, cada ser humano presenta una profunda 
dependencia de otros seres humanos. 

Esta segunda dependencia viene dada por el hecho de que somos seres inma¬ 
nentes y finitos que vivimos encarnados en cuerpos vulnerables. Durante toda 
la vida, pero sobre todo en algunos momentos del ciclo vital - primera infancia, 
la vejez, los momentos de enfermedad o toda la vida para las personas con 
dlscapacidades o enfermedades graves- las personas no podríamos sobrevi¬ 
vir si no fuese porque otras dedican tiempo y energía al cuidado de nuestros 
cuerpos. 

En las sociedades patriarcales, quienes se han ocupado mayoritariamente del 
trabajo de atención y cuidado de los cuerpos vulnerables, son mayoritariamen¬ 
te las mujeres, no porque estén esencialmente mejor constituidas para ello, 
sino porque ése es el rol que Impone la división sexual del trabajo. Y realizan 
este trabajo en el espado privado e invisible de los hogares, regido por la ló¬ 
gica patriarcal de la Institución familiar. En el espado visible de la economía 
se ocultan y minusvaloran los tiempos necesarios para la reproducción social 
cotidiana. 

La invisibilidad de la interdependencia, la desvalorización de la centralidad an¬ 
tropológica de los vínculos y las relaciones entre las personas y la subordi¬ 
nación de las emociones a la razón son rasgos esenciales de las sociedades 
patriarcales. 

Y sin embargo, son trabajos que no se pueden dejar de hacer. Como veremos 
después, las conceptualizaciones de producción y trabajo convencionales ig¬ 
noran la centralidad de estas tareas para la supervivencia de la sociedad. El he¬ 
cho es que, aún disponiendo de recursos económicos individuales suficientes, 
estos trabajos hay que realizarlos y los tienen que realizar todas las personas, 
hombres y mujeres. El apoyo mutuo es condición básica para la supervivencia, 
por ello, desde una visión ecofeminista no es posible sostener que puede exis¬ 
tir la vida al margen de la producción y el trabajo. Eso sí, hablamos de otra pro¬ 
ducción y otro trabajo, criticando radicalmente las ficciones que ha construido 
la economía convencional y sobre las que se han edificado los Instrumentos, 
indicadores y teorías mayoritarias. 


La producción capitalista 
está desvinculada de las necesidades 

La Fisiocracia en el siglo XVIII enunciaba que la producción era la rique¬ 
za que la naturaleza regeneraba cíclicamente a partir del trabajo huma¬ 
no. El motor del crecimiento económico era esa capacidad regeneratlva 
de la tierra. Bajo esta lógica, naturaleza y trabajo no eran antagónicos, 
sino que la interacción entre ambos garantizaba la posibilidad de satis¬ 
facer las necesidades humanas y de desarrollar la economía. 

Desde esta primera conceptualizaclón, hasta la noción de producción 
hoy hegemónica, se ha dado un giro de enorme trascendencia cultural 
y ecológica. 

Hoy se postula que el capital es el motor de crecimiento económico y 
que puede sustituir a los otros dos factores de producción: la tierra y el 
trabajo. Se ha pasado a hablar de "producción" de hierro, petróleo o co¬ 
bre, aunque ésta mal llamada producción esconda una mera venta con 
beneficio de riqueza finita preexistente (Naredo 2006) ya que el hierro, 
el petróleo o el cobre no se pueden producir, simplemente existen y 
se extraen. 

La confusión entre producción y extracción aleja de la cabeza de las 
personas la ¡dea de los límites físicos y del agotamiento de los recur¬ 
sos, asentando el mito de que es posible "producir" industrialmente y 
a voluntad aquello que se precisa para mantenerse vivo. 

En la economía convencional, el concepto de producción ya no está 
ligado a la satisfacción de las necesidades humanas y a la generación 
de valores de uso. El valor de un bien o de un servicio está ligado a su 
capacidad de incrementar las ganancias. La producción pasa, así, a ser 
cualquier proceso en el que se produce un excedente social medido en 
términos monetarios. 

Expresar la producción en términos exclusivamente monetarios, ¡nvisi- 
biliza en el terreno de la economía, todas aquellas producciones que no 
están monetizadas. Desaparecen del campo de la economía las produc¬ 
ciones que se realizan en el hogar (entre otras la producción de la pro¬ 
pia mano de obra) y la capacidad regeneratlva de los ciclos naturales. 


El precio de un determinado artefacto o producto no incorpora la in¬ 
evitable generación de residuos que acompaña a cualquier proceso de 
transformación, ni tampoco el agotamiento de recursos finitos, ni la ex¬ 
plotación de trabajadores y trabajadoras... Así, a base de ignorar el agota¬ 
miento y el deterioro de la capacidad de regeneración de la naturaleza y 
escondiendo en el hogar el trabajo de "fabricar y regenerar" la mano de 
obra, es como se ha llegado a construir el dogma intocable de la econo¬ 
mía convencional: el que defiende que cualquier crecimiento económico, 
independientemente de la naturaleza de la actividad que lo sostiene, es 
deseable y constituye la única forma de garantizar el bienestar social. 

Sería perfecto si no fuese porque esa ficción pretende ser sostenida so¬ 
bre unos recursos físicamente limitados y sobre el trabajo cotidiano y no 
libre que realizan mayoritariamente las mujeres en los hogares. 

Los procesos de colonización y sometimiento de otros pueblos, la disponi¬ 
bilidad de energía fósil barata o los adelantos tecnológicos que permitieron 
incrementar los flujos de energía y materiales en algunas zonas del planeta a 
costa del expolio y extracción en otras zonas, fueron algunas de las palancas 
que permitieron superar los límites que imponía cada territorio. 

De este modo, algunas zonas, las denominadas desarrolladas, han podido 
superar su capacidad de carga y vivir por encima de lo que les posibilita¬ 
ban sus propios territorios, a costa del expolio de recursos y personas de 
lugares lejanos. 

La reconversión de la economía bajo una lógica ecofeminista implicará 
dar respuesta a preguntas básicas: ¿Qué necesidades hay que satisfacer 
para todas las personas? ¿Cuáles son las producciones necesarias para 
que se puedan satisfacer esas necesidades? ¿Cuáles son los trabajos 
socialmente necesarios para lograr esas producciones? ¿Cómo se reor¬ 
ganizan y reparten estos trabajos? 

El elemento que introduce un mayor desasosiego tiene que ver con la 
urgencia. Algunas de las dimensiones de la crisis actual, sobre todo las 
que tienen que ver con la ecología y los recursos requieren actuaciones 
y transformaciones urgentes. De no acometer las transiciones en plazos 
cortos, puede que llegue un momento en el que sea físicamente inviable 
la reconversión del metabolismo económico para dar satisfacción a las 
necesidades de las mayorías sociales. 


Una noción de trabajo empobrecida y desdibujada 


Con el nacimiento de la industria y el proceso de desposesión del cam¬ 
pesinado surgió el proletariado, una gran masa de personas sin medios 
de producción que para subsistir se vieron obligados a vender su fuerza 
de trabajo a los dueños de esos medios de producción. 

El trabajo pasó a ser concebido como aquello que se hacía en la esfera 
mercantil a cambio de un salarlo, y todas aquellas funciones que se rea¬ 
lizaban en el espacio de producción doméstica que garantizaban la repro¬ 
ducción y cuidado de los cuerpos humanos y la subsistencia pasaron a 
no ser nombradas, aunque obviamente seguían siendo imprescindibles 
tanto para la supervivencia como para fabricar esa "nueva mercancía" 
que era la mano de obra (Carrasco 2009). 

El trabajo humano se redujo al empleo y la capacidad de trabajo como 
potencia del ser perdió fuerza, desplazándose el peso hacia la esfera del 
trabajo a cambio de salario, ámbito en el que se consideraba que quien 
generaba la riqueza no era la persona que trabajaba, sino la que emplea¬ 
ba. Se produce una cesión simbólica de poder desde quien tiene la po¬ 
tencia de trabajo a quien tiene la posibilidad de emplear (Mora 2013). El 
dinamizador de la economía pasaba a ser el capital, considerándose que 
éste podía sustituir a las materias primas y al trabajo humano. 

La nueva economía transformó el trabajo y la tierra en mercancías y co¬ 
menzaron a ser tratados como si hubiesen sido producidos para ser ven¬ 
didos. La nueva noción de trabajo exigió hacer el cuerpo apropiado para 
la disciplina del trabajo capitalista (Federici 2010), el cuerpo se convirtió 
en una maquinaria de trabajo. Y su regeneración y reproducción no era 
responsabilidad del mercado que se desentendió de ellas, relegándolas 
al invisible espacio doméstico. Allí, fuera de la mirada pública, las muje¬ 
res se ven obligadas a asumir esas funciones desvalorizadas a pesar de 
que sean imprescindibles tanto para la supervivencia digna como para la 
propia reproducción de la producción capitalista (Carrasco 2009). 

La producción de vida es una precondición para la producción mercantil, 
por ello, el trabajo oculto de las mujeres y la explotación de la naturaleza 
son esenciales para "producir" las propias condiciones de producción 
(Mellor 2000). 


¿Independencia o dependencia de los mercados? 


El problema es que la participación en el mundo del trabajo asalaria¬ 
do, concebido de esta forma, es el salvoconducto que permite ob¬ 
tener derechos sociales y económicos. La posibilidad de cobrar una 
pensión, la protección pública cuando no se tienen medios de vida, 
o el acceso a los servicios públicos se obtiene participando precisa¬ 
mente en la esfera mercantil de la economía, es decir, trabajando de 
forma remunerada. Por tanto todas aquellas personas excluidas del 
trabajo remunerado, no tienen derechos sociales y económicos por 
sí mismas. 

Se postula la existencia de una especie de sujeto abstracto, "Homo 
economicus',' que cada día concurre a los mercados y compite feroz¬ 
mente con los demás para satisfacer su propio egoísmo. Supuesta¬ 
mente es en otros ámbitos de la sociedad, fuera de la economía pre¬ 
tendidamente autorregulada y aislada del resto de la vida, en donde 
se debe asegurar la equidad o el apoyo mutuo. 

Paradójicamente, es el espacio mercantil, en el que la solidaridad, la 
preocupación por la satisfacción de las necesidades de todos y todas 
y el cuidado de la vida están ausentes, el que organiza el tiempo de 
las personas y decide cómo se ordena el territorio. Es la lógica de la 
ganancia la que decide sobre el urbanismo, la ley de dependencia, la 
producción de alimentos o cualquier otro aspecto que influye en el 
bienestar de la gente. 

Podemos imaginar el resultado de este establecimiento de priorida¬ 
des. Por una parte, la invisibilidad de le ecodependencia y la interde¬ 
pendencia impiden tomar conciencia de la inviabilidad de un modelo 
económico patriarcal y capitalista que no explote la naturaleza y el 
trabajo de las mujeres en los hogares - además de la reconocida 
explotación de la mano de obra. 

Por otra, se establece un concepto de autonomía individual que igno¬ 
ra los parámetros biológicos, ecológicos y relaciónales que sostienen 
esa falsa independencia, y que esconde que esa autonomía es, en 
realidad, dependencia de los mercados, unas instituciones para las 
que el bienestar de las personas no es la prioridad. 


Es en este orden de cosas en el que la propuesta de la Renta Básica 
resulta enormemente pertinente, ya que permite desvincular la satis¬ 
facción de las necesidades de cada persona del empleo - que no del 
trabajo - un ámbito en el que la moral está suspendida. 

La Renta Básica constituye así una propuesta que hay que explorar 
de forma decidida. Como cualquier alternativa al actual modelo, no 
se le puede pedir que sea una solución integral y única para la cri¬ 
sis compleja y multidimensional que afrontamos. Debe dialogar con 
otras para conseguir insertarse coherentemente en un proceso de 
transiciones multidimensionales y complejas. 

El inevitable decrecimiento de la esfera material de la economía 

La reducción de la esfera material de la economía no es un principio 
que se pueda o no compartir; es más bien un dato contra el que es 
inútil y peligroso rebelarse. Se decrecerá materialmente por las bue¬ 
nas - es decir de forma planificada, democrática y justa - o por las 
malas - por la vía de que quienes tienen poder económico y/o militar 
sigan sosteniendo su estilo de vida a costa de que cada vez más gen¬ 
te no pueda acceder a los mínimos materiales de existencia digna. 

Si asumimos la existencia de límites del planeta, es obvio que no va 
ser posible reactivar un crecimiento económico construido sobre las 
mismas bases materiales que el que existió las últimas décadas en 
algunas partes del mundo. No nos encontramos en la sociedad de 
después de la Segunda Guerra Mundial, con un poder contra hege- 
mónico al capitalismo y con fuentes de energía fósil abundantes y 
baratas. 

Muchas de las políticas económicas de corte neokeynesiano que se 
defienden precisan un elevado aporte de energía y materiales que 
ya no existen, al menos para permitir beneficiar a mayorías sociales. 
Pensar en este horizonte por fuerza más austero en lo material es 
una obligación para todos aquellos movimientos que pretendan cons¬ 
truir sociedades más justas y que se puedan sostener en el tiempo. 

La Renta Básica permitiría por un lado desacoplar la subsistencia de 
la producción mercantil extralimitada, aunque hay que tener en cuen- 


ta que, si se reduce la disponibilidad de energía fósil, a medio plazo 
hará falta más trabajo humano para producir lo necesario. 

Por otra parte, la necesidad de reducir la producción basada en la extrac¬ 
ción de recursos y generación de residuos y el consumo obliga a revisar 
los cálculos sobre los que se sostiene la propuesta de la Renta Básica. 

No se puede vivir sin trabajar 

Habitualmente el concepto de dependencia se suele asociar a la 
crianza, a la atención de personas enfermas o con alguna diversidad 
funcional. Sin embargo, la dependencia no es algo específico de de¬ 
terminados grupos de población, sino que como expone Carrasco 
"es la representación de nuestra vulnerabilidad; es algo inherente 
a la condición humana, como el nacimiento y la muerte" (Carrasco 
2009:178). 

Aceptar la interdependencia, condición para la existencia de huma¬ 
nidad, en sociedades no patriarcales supone que la sociedad en su 
conjunto se tiene que hacer responsable del bienestar y de la repro¬ 
ducción social. Ello obliga a cambiar la noción de trabajo y a reorgani¬ 
zar los tiempos de las personas: repartiendo el empleo remunerado 
y "obligando" a que los hombres y la sociedad se hagan cargo de la 
parte del cuidado que les toca. 

Con frecuencia, se asocia, de forma errónea a nuestro juicio, la Renta 
Básica con la idea de que es posible vivir sin trabajar. Con la Renta 
Básica se puede vivir sin empleo, pero no sin trabajar. Los trabajos 
asociados al cuidado de la vida humana - como los que tienen que 
ver con la participación política y la democracia - son insoslayables y 
corresponden a todos y todas. El problema es que en las sociedades 
patriarcales hay amplios sectores de la población que no los asumen 
a pesar de estar perfectamente capacitados para hacerlos. 

La Renta Básica en una sociedad ecofeminista debe ir acompañada 
de políticas de reorganización de los trabajos que no se pueden dejar 
de hacer y de la existencia de servicios sociocomunitarios que garan¬ 
ticen que la lógica patriarcal de los hogares no va a obligar a que las 
mujeres los sigan realizando en solitario. 


Un reparto radical de la riqueza 


Si tenemos un planeta con recursos limitados, que además están par¬ 
cialmente degradados y son decrecientes, la única posibilidad de justicia 
es la distribución de la riqueza. Luchar contra la pobreza es lo mismo que 
luchar contra el acaparamiento de riqueza. Será obligado, entonces, des- 
acralizar la propiedad y cuestionar la legitimidad de la propiedad ligada a 
la acumulación. 

La Renta Básica claramente puede contribuir a este reparto de la riqueza 
y debe ser combinada con otras medidas que pongan freno a la especu¬ 
lación, a la acumulación, al consumo desbocado y a la propiedad privada. 
Es obligado realizar un ejercicio de creatividad en los imaginarios de un 
calado sin comparación con ningún otro momento histórico (Castoriadis 
2013). Es preciso reinventarnos y colocar en el centro de la sociedad otros 
objetivos que sustituyan a la expansión de los beneficios y del consumo 
como motores de cambio y no parece que el poder político hegemónico 
lo vaya a hacer... 

La iniciativa de la Renta Básica, como muchas otras que tienen que 
ver con la reconversión ecológica de la economía o la distribución 
de la riqueza en unas sociedades polarizadas y desiguales requiere 
afrontar la cuestión del poder. El debate sobre el poder, el estado y 
la autogestión debe, a nuestro juicio abordarse con una mente mu¬ 
cho más abierta y con menos ¡deas cristalizadas de la que ha habido 
hasta ahora. Necesitamos una importante creatividad política para 
encarar la gravedad de la crisis que tenemos encima. 



La entrada de las mujeres en ¡a esfera 
pública del trabajo remunerado no 
nos ha traído ni la independencia, ni 
la autonomía plenas prometidas y 
en cuanto al reparto de las tareas de 
cuidados estamos, como hemos visto, 
en proceso de involución. 


INTRODUCCIÓN 

Los principios de la desigualdad 

Alicia Alonso Merino 


El sistema patriarcal, es un sistema de organización y dominación de los 
hombres sobre las mujeres en los más diversos ámbitos: económico, so¬ 
cial, político y cultural, que se asienta entre otros en el desigual acceso a 
los recursos económicos como la tierra, el capital o el empleo. Ello conlleva 
una mayor pobreza y precariedad para las mujeres, con la consiguiente li¬ 
mitación de nuestra autonomía y libertad, además del sometimiento a múl¬ 
tiples formas de violencia y la perpetuación de la división sexual del trabajo. 

Como señala la asociación Economía Crítica de la Universidad de Málaga, 
dentro de esta estructura social patriarcal el poder y el control es ejercido 
por el sujeto moral autónomo en el centro del discurso de la modernidad 
que sólo se reconoce como ente de razón y, por lo tanto, sujeto de dere¬ 
cho: el hombre heterosexual. Esta asimetría que coloca a los hombres he¬ 
terosexuales por encima de las mujeres, de los niños y niñas o personas 
mayores, de homosexuales, transexuales, bisexuales y otras identidades 
de género, se reproduce mediante imposición de la heterosexualidad de¬ 
limitando las identidades sexuales. Existe, pues, una hegemonía hetero¬ 
sexual masculina que domina al resto de categorías: el heteropatriarcado. 
El actual sistema capitalista, basado en el consumo, encuentra soporte 
en el heteropatriarcado el cual objetiviza a las mujeres, reduciéndolas a 
meros objetos para ser "consumidos" por los hombres y a realizar tareas 
productivas no remuneradas (cuidados y trabajo doméstico) y reproducti¬ 
vas (embarazo y crianza) que, además, son menospreciadas pero que sin 
las cuales el actual sistema capitalista heteropatñarcal de acumulación 
sería materialmente imposible de reproducirse y crecer. 

Vivimos pues en un sistema económico pervertido, nos avisa Amaia Pérez 
Orozco cuando realiza un diagnóstico de la crisis actual y las respuestas 
desde la economía feminista, que pone el sentido último de lo económico 
(la vida) al servicio de un interés opuesto. Esto inhibe la existencia de una 
responsabilidad social en la sostenibilidad de la vida y, sin embargo, la vida 
(alguna) ha de continuar, sin ella no hay siquiera mercado. Y es esta respon¬ 
sabilidad la que se delega a las esferas invisibles del sistema económico. 


Si comparamos a nivel mundial el trabajo remunerado (empleo) con 
el trabajo no remunerado, vemos gráficamente un iceberg donde la 
punta que sobresale del agua es el trabajo remunerado y el resto del 
enorme cuerpo es el trabajo no remunerado (de cuidados), este es 
más voluminoso, más heterogéneo y más invisibilizado. 



En todo el mundo, el trabajo de cuidados es realizado mayoritaria- 
mente por mujeres, lo que reduce significativamente las posibilida¬ 
des de incorporación a la esfera del trabajo remunerado. Esto forma 
parte de la tradicional división sexual del trabajo que cobra nuevo 
sentido en nuestras sociedades actuales donde la autonomía indivi¬ 
dual está estrechamente ligada a la posibilidad de obtener recursos 
económicos a través del mercado laboral. 

La socióloga M a Ángeles Durán fue una de las primeras en dar la voz 
de alarma sobre la invislbilizaclón de los trabajos de cuidados en las 
estadísticas tradicionales, ¡nfraestimando el trabajo real de las mu¬ 
jeres al no incluir este trabajo no remunerado. Ella alertaba como la 
mayor fuente mundial de información sobre trabajo era también una 
fuente formidable de invisibilización de las formas de trabajo que no 


se ajustaban restrictivamente al término y como la EPA (Encuesta de 
Población Activa) que tanto utilizamos como guía de políticas socia¬ 
les y económicas, se convierte en un agente de creación de opinión 
indirecto al atribuir la condición de inactivos a quienes no tienen re¬ 
lación personal directa con el mercado laboral, independientemente 
de la utilidad social de su trabajo (como es el caso del cuidado de la 
vida). Y nos pone un clarificador ejemplo: desde la perspectiva de la 
Contabilidad Nacional, el nacimiento de una crianza reduce la renta 
per cápita, en tanto que la de un cordero la aumenta. Se considera 
activo al que cuida los corderos, pero la persona que cuida crianzas 
sin cobrar se le considera pasivo. Sin embargo, pocas podrán poner 
en duda que gestar y dar a luz una criatura es trabajoso, que cuidarle 
es una ocupación absorbente y que las crianzas son aún más necesa¬ 
rias a una sociedad que los corderos. 

Pese a esa limitación de los datos y estadísticas, queremos mostra¬ 
ros algunos por ser clarificadores de todo lo que venimos exponien¬ 
do. Algunas de estas cifras han sido apuntadas por Carmen Castro 
García cuando nos presenta cómo afectan las crisis y las políticas de 
austeridad a los derechos de las mujeres y la igualdad. 

Según los datos que obtiene el Instituto Nacional de Estadística (INE) 
del 2012, las mujeres dedican cuatro horas y cuatro minutos a tareas 
domésticas y familiares (mantenimiento del hogar, compras, cuidado 
de hijos/as y personas ascendientes) en un día promedio, lo que re¬ 
presenta dos horas y cuarto más de lo que dedican los hombres al 
mismo trabajo. En el 2013, trabajadores que cuidan y educan a meno¬ 
res durante una hora diaria o más, son un 29% de los hombres, fren¬ 
te a un 59% de las mujeres. Trabajadores que cocinan y hacen otras 
tareas domésticas durante una hora diaria o más son de un 35% los 
hombres frente a un 85% de las mujeres. La Organización para la 
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) constata que la bre¬ 
cha de género en el trabajo no remunerado es mayor cuando existen 
hijos y/o hijas menores de 15 años. La orientación de las políticas de 
austeridad, en lugares como el Estado español, está provocando una 
reprivatización de los cuidados hacia el ámbito familiar, reforzando el 
modelo "familiarista" en el que se espera que sea a través de la "so¬ 
lidaridad familiar" que se llegan a cubrir las necesidades de atención 
y cuidado de quienes integran un núcleo de convivencia. Lo que su- 


pone una sobrecarga nuevamente del trabajo de cuidados en las mu¬ 
jeres y una paralización del reparto del mismo, si no una involución. 
El último informe de la EPA resulta igualmente revelador, a la vez 
que demoledor. 6 millones de personas desempleadas (26.02% de 
la población activa), 1.833.700 hogares con todas sus personas inte¬ 
grantes en desempleo y una tasa de desempleo juvenil del 55,1%. 
Estos datos, de por sí alarmantes, invisibiIizan la incidencia específi¬ 
ca sobre las mujeres y sobre los hombres. 

Según el índice de Empleos a tiempo parcial del 2013 por sexos, 
las personas ocupadas por tiempo completo son mayoritariamente 
hombres (59%) y a tiempo parcial son mayoritariamente mujeres (un 
72%) con todo lo que ello conlleva de precaricación de la existencia. 

Más del 70% de quienes reciben una prestación no contributiva son 
mujeres, su importe medio está por debajo del umbral de pobreza lo 
que las impide desarrollar proyectos vitales autónomos. 

Y en cuanto a la desigualdad salarial, sigue siendo otra de las carac¬ 
terísticas que define las diferentes condiciones en las que mujeres 
y hombres participan en el mercado laboral de la UE. La brecha sa¬ 
larial en el Estado español coincidía en 2010 con el promedio de la 
UE (16,2%) aunque su tendencia ha mostrado alguna disparidad con 
respecto a la evolución para el conjunto de la UE; una gran parte de 
la evolución registrada se explica más por la reducción del sueldo de 
los hombres que por el aumento del de las mujeres. 

Hacemos nuestra la crítica realizada desde la economía feminista, 
de que el precario acceso de las mujeres a los cuidados (precario en 
cuanto a que es un acceso insuficiente, inestable y de poca calidad), 
la dificultad de ocuparse del autocuidado (con la consiguiente huella 
de cuidados que supone), y la falta de libertad de elegir si facilitar cui¬ 
dados o no, impacta en nuestra calidad de vida, nuestra estabilidad, 
nuestro desarrollo emocional y socloafectivo, nuestra participación 
política y en definitiva, en nuestra salud. La entrada de las mujeres en 
la esfera pública del trabajo remunerado no nos ha traído ni la inde¬ 
pendencia, ni la autonomía plenas prometidas y en cuanto al reparto 
de las tareas de cuidados estamos, como hemos visto, en proceso 
de involución. 


Si como cuestionan estas economistas feministas, nuestro objetivo 
económico y social por excelencia ya no es el "crecimiento económi¬ 
co" ni la producción, ni siquiera el empleo o el consumo... entonces, 
¿cuál es?. 

Nuestra propuesta de la Renta Básica de las Iguales (Rbis) entra precisa¬ 
mente en el centro de este debate, como una herramienta que incidiría 
en el reparto del trabajo, especialmente el de cuidados, con todo el Im¬ 
pacto que ello tendría para la lógica productivlsta del capital. 


La falta de recursos económicos 
derivada del desigual acceso a la 
riqueza provoca situaciones de 
dependencia económica que sujeta 
a algunas mujeres a sus parejas 
maltratadoras, las necesidades de 
sostener la economía familiar en 
otros casos obliga a la aceptación de 
condiciones salariales y laborales que 
minan la dignidad. 

























La desigualdad de las mujeres 
a lo largo de la historia 
y la sumisión al patriarcado 

Rosa Zafra Lizcano 


Aunque resulta reiterativo, a estas alturas, hablar del origen del patriarcado, 
en este caso y atendiendo a las numerosas voces que han escrito sobre la 
vinculación del mismo con la división sexual del trabajo, es algo más que 
conveniente hacer este repaso, al menos en este aspecto. 

Sociedad patriarcal. Origen y desarrollo 

De entre todas las explicaciones sobre el origen (y como con alguna habría 
que quedarse), la que nos ofrece Dolors Reguant en "Explicación abreviada 
del patriarcado" nos resulta bastante elocuente: "El patriarcado ha surgido 
de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apro¬ 
piaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres y de su producto, los 
hijos e hijas, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los 
mitos y la religión que lo perpetuarían como única estructura posible." Como 
vemos esta definición contiene los elementos más característicos del siste¬ 
ma patriarcal: la toma de poder, la apropiación de la reproducción que somete 
a las mujeres al mero hecho del parto y el cuidado, y la creación de unas 
estructuras que consoliden dicho empoderamiento: la religión y el estado. 

Desde luego que no siempre la estructura social se basó en el patriarcado, 
quedan huellas de descendencia matrilineal e incluso de matriarcado en las 
civilizaciones de Egipto y Creta. "De hecho, se siente la tentación de con¬ 
vencerse de que las primeras sociedades neolíticas, en cuanto abarcaron de 
tiempo y de espacio, otorgaron a la mujer la más alta condición que jamás 
haya conocido" 1 . Autoras como Casilda Rodrigáñez, siguiendo los aportes de 
Bachofen y otras investigadoras e investigadores, hablan de matrística para 
referirse a sociedades que se remontan a 10 o 12 mil años atrás (por lo tanto 


1 Hawkes y Woolley (1977, 225): Prehistoria y los comienzos de la civilización. Histo¬ 
ria de la Humanidad. Desarrollo Cultural y Científico. Tomo 1. Editorial Planeta, S. A., 
Barcelona 



unos 7 mil años antes de los 4 ó 5 mil que marca la Historia oficial). Estas 
se caracterizarían por los principios de igualdad y libertad, por el rechazo a la 
hostilidad y la beligerancia, y por la cohesión y cooperación entre sus inte¬ 
grantes. La trama social de estos primeros grupos humanos estaría fundada 
en el vínculo primario entre madres y criaturas y la protección y el cuidado de 
estas últimas, lo que daría lugar a los lazos de ayuda mutua necesarios para 
dar y conservar la vida. 

El desarrollo de las civilizaciones urbanas ligado a la apropiación, acumula¬ 
ción y distribución de bienes por parte de las incipientes oligarquías urbanas 
van perfilando una sociedad apoyada en la protección del "tesoro" por parte 
de los varones más fuertes, más bélicos y por tanto más "empoderados" 
Aunque no olvidemos que son muchos los factores que van cediendo paso 
a esta modificación de los paradigmas, pues de hecho el paso de las socie¬ 
dades politeístas a las monoteístas provoca la sumisión de las diosas, en 
cuanto figuras mitológicas que simbolizaban el rol de las mujeres en estas 
sociedades, a un solo dios todopoderoso. 

Estos múltiples factores se unen de tal manera que encontrar cual fue el que 
dio origen al siguiente ha suscitado mucha literatura. En cualquier caso el 
resultado ha sido que de esa primitiva división sexual del trabajo atendiendo a 
necesidades puramente naturales y no a deseos de opresión de un sexo por 
otro, se pasa a un estado de división de género en el que lo femenino queda 
completamente subyugado por lo masculino. Este se encumbra en el poder 
de forma paulatina, llegando incluso a negar el alma de las mujeres por parte 
del catolicismo que bebe sus "razones" en las fuentes clásicas para ello. 
Obviamente no es la única religión que fija sus tentáculos opresores sobre lo 
femenino, pero si es la que mayor influencia ha ejercido y ejerce sobre la so¬ 
ciedad occidental actual, la que además se ha rendido al liberal-capitalismo, 
teorías ambas que han sabido desarrollarse en perfecta simbiosis respecto a 
la sumisión de lo femenino. 

La Edad Media fue época de discusiones sobre la citada, acerca del alma... 
y por supuesto la persecución a las brujas (mujeres libres que ejercían la sa- 
nación a base de hierbas y sustancias naturales, gracias a conocimientos an¬ 
cestrales trasmitidos oralmente de mujer a mujer). La Edad Moderna supone 
además la puesta en marcha del "plan" salido del Concilio de Tiento para for¬ 
zar al matrimonio bendecido por la Iglesia en el que la sumisión de la esposa 
es un elemento indispensable... la llegada de la contemporaneidad supuso 


un continuismo de ese "entender la vida" desde la óptica de lo masculino. 

El capitalismo acentúa la separación entre lo público y lo privado, fuerza el 
entender como centro de la vida el trabajo remunerado y es este el que di¬ 
ferencia la importancia del mismo. Si es remunerado es visible, aceptable y 
socialmente reconocido, por tanto es masculino fundamentalmente; y en el 
otro lado, el trabajo no remunerado, no aceptado, no reconocido y por ende 
realizado tradiclonalmente por las mujeres, quedando dentro de lo femenino, 
susceptible de ser oprimido. 

La omisión de la contribución de las mujeres por parte de la historia 

"A pesar de que, como hemos observado, las mujeres habían participado 
en el mantenimiento de la tradición oral y las funciones religiosas y rituales 
durante el periodo preliterario hasta casi un milenio después, la privación de 
educación y su arrinconamiento de los símbolos tuvieron un profundo efecto 
en su futuro desarrollo. La brecha existente entre la experiencia de aquellos 
que podían o podrían (en el caso de los hombres de clase inferior) participar 
en la creación del sistema de símbolos y aquellas que meramente actuaban 
pero que no interpretaban se fue haciendo cada vez más grande'.' 2 

Estas palabras de Gerda Lerner nos sirven para ilustrar como en efecto la ne¬ 
gación por parte de las sociedades a que las mujeres participaran en la nueva 
técnica de trasmisión y creación de la información va generando ese espacio 
"privado" y oculto para lo femenino, de tal manera que al no participar en la 
construcción de la historia escrita su contribución queda negada, reducida 
en todo caso a un protagonismo secundario. Las religiones van elaborando 
sus relatos por escrito (si bien la tradición oral no desaparece, tampoco trans¬ 
ciende esta a siglos posteriores por lo cual se va perdiendo) y por tanto el 
poder simbólico-mltológico de las diosas va perdiendo fuerza... hasta llegar 
a los monoteísmos patriarcales, donde un dios todopoderoso preside la vida 
y controla las fuerzas de la naturaleza haciendo uso de la "diosa" solo en 
términos de esposa-madre. 

Esta circunstancia se va convirtiendo en algo cotidiano, de tal manera que 
no va quedando constancia de la participación histórica de las mujeres en la 
construcción de las sociedades. Muchas de sus obras van quedando en lo 


2 Gerda Lerner. El Origen del Patriarcado. La Creación del Patriarcado, 1986. (traducción) 



privado de tal forma que es difícil conocer si alguna mujer dirigió la biblioteca 
de Alejandría o conocer los discursos de mujeres en el senado romano... 
estudiar sus tratados de matemáticas o astronomía, admirar sus esculturas 
o pinturas, la construcción de edificios diseñados por ellas, analizar sus leyes 
o (por qué no) criticar sus decisiones políticas. No es el lugar ni es nuestra 
intención tampoco hacer un listado de todas ellas, es solo la necesidad de 
recordar una situación real. En la red podemos encontrar páginas que recuer¬ 
dan nombres y hechos, actualmente sin gran problema gracias a la labor de 
personas conscientes de ello. 

La negación histórica de las mujeres (y por extensión de lo femenino) contri¬ 
buye al distanciamiento intencionado entre lo público y lo privado que tanta 
repercusión tendrá en la configuración de una sociedad donde el paradigma 
que la preside es androcéntrico al 100% desde el momento en que -como 
señala Gerda Lerner- el patriarcado impone la "hegemonía masculina dentro 
del sistema de símbolos'.' 

No solo la representación social de las culturas clásicas magnifican lo masculi¬ 
no, entendiendo el antropocentrismo como puramente androcéntrico, qué de¬ 
cíamos antes señalando las proporciones perfectas en relación a las proporcio¬ 
nes humanas masculinas. Como herederas de ellas, las culturas occidentales 
reproducen desde la "intelectualidad" medieval y el inicio de las traducciones 
de "los clásicos" este concepto del mundo, concepto que no es modificado 
por la Ilustración ni por el incipiente liberalismo (que incluso niega -por omi¬ 
sión- la participación de las mujeres en el episodio revolucionario francés). Por 
tanto nos hallamos en el siglo XXI con sociedades que alardean de poseer 
leyes y normas que facilitan la "igualdad" al tiempo que miran hacia otro lado 
ante situaciones de fragante desequilibrio de los géneros (brechas salariales, 
dificultades económicas, negación de los derechos sexuales y reproductivos, 
perpetuación de los abusos sexuales y sociales por razón de género...de los 
que tampoco escapan personas con orientaciones sexuales muy diversas). 

Y lo que es peor (volvemos a recordad a Gerda Lerner) "las mujeres han par¬ 
ticipado durante milenios en el proceso de su propia subordinación porque se 
las ha moldeado psicológicamente para que interioricen la ¡dea de su propia 
inferioridad. La ignorancia de su misma historia de luchas y logros ha sido una 
de las principales formas de mantenerlas subordinadas" de forma tal que no 
solo niegan el feminismo sino que niegan que el lenguaje las visibilice. Esta 
situación de mujeres negando lo femenino es fruto pues de esa larga -en el 


tiempo- trasmisión de los conocimientos y aquí es donde iba a parar la reflexión 
que ofrecemos, a que aún en el siglo XXI nos seguimos encontrando una na¬ 
rrativa en masculino, una oratoria en masculino y unos sistemas educativos 
estatales que aún a pesar de vanagloriarse de lo mixto no alcanzan ni en lo más 
mínimo lo coeducativo, a excepción de los esfuerzos que algunas personas 
hacen por introducir en los currículos de sus aulas la contribución histórica de 
mujeres al avance social, cultural, científico, tecnológico, artístico y filosófico. 

Las violencias, derivadas, pues del patriarcado 

Para emprender una explicación sobre el porqué de este apartado, recogemos 
dos fragmentos reveladores: 

"Hace tiempo que sabemos que la violación ha sido una forma de aterrorizarnos 
y mantenemos sujetas. Ahora sabemos también que hemos participado, 
aunque fuera inconscientemente, en la violación de nuestras mentes. 

(...) 

Cuando sale de las construcciones patriarcales afronta, como señaló Mary 
Daly, la «nada existencial». Y, de un modo más inmediato, ella teme la amenaza 
de una pérdida de comunicación, de la aprobación y del amor del hombre (o 
los hombres) de su vida. La renuncia al amor y catalogar de «pervertidas» a 
las pensadoras han sido, históricamente, los medios de desalentar el trabajo 
intelectual de las mujeres"3. 

"El concepto de virilidad y el linaje entronca con el concepto de "Honor" versus 
"Virginidad en la mujer" La mayoría de crímenes contra la mujer tienen este 
origen. Un problema actual y universal como son el maltrato a las mujeres y 
los crímenes de "honor" no se resolverán definitivamente sin extirpar antes la 
raíz del núcleo que lo genera. 

(...) 

La violencia simbólica y estructural que se transmite en la sociedad patriarcal 
como "inadvertido cultural" o "inconsciente colectivo" a través de la Filosofía, 
los Mitos, las Religiones, la Ciencia...sirve para legitimarla presencia universal 
reconocida de sus estructuras sociales, productivas y reproductivas, fundadas 
a partir de una división sexual." 3 4 


3 Gerda Lerner. El Origen del Patriarcado. La Creación del Patriarcado, 1986. (traducción) 

4 Dolors Reguant. Explicación abreviada del patriarcado Barcelona 2007 



Vemos en ambos fragmentos elementos clave en tomo a la violencia (o 
violencias) ejercidas hacia las mujeres y hacia lo femenino, una violencia 
heteropatriarcal además. 

La violencia física, por un lado, la que resulta más difícil de ocultar, ob¬ 
viamente. Aunque se produzca en el seno de la sacrosanta institución 
familiar (reproducción a pequeña escala del sistema social), por mucho 
que durante siglos se fuerce a considerar que es un problema privado, 
esa violencia da la cara tarde o temprano y es la que permite hoy día me¬ 
dir (por las macabras estadísticas que de ello dejan anualmente) el grado 
de desigualdad real. 

Pero no olvidemos que entre las violencias físicas fuera de los hogares 
nos encontramos con situaciones como violaciones -que algunas voces 
de la iglesia española o de otras iglesias achacan más al modo de vestir 
de las mujeres- producidas en las calles, en las casas, en las fiestas, en 
la vida...y violaciones como arma de guerra que se utilizan desde el con¬ 
cepto de la defensa de la virilidad y su supuesta vinculación con el honor; 
igualmente lo femenino es violentado cuando se agrede con total impuni¬ 
dad a personas homosexuales y transexuales. 

Por otro la violencia que cita el segundo fragmento: la "simbólica o 
estructural'.' Esas violencias subyacen en el imaginario cultural de las 
sociedades humanas provocando la "normalidad" en determinadas con¬ 
ductas. El olvido que citábamos en el apartado anterior es una de las 
armas utilizadas por el patriarcado para reforzar la idea y convencer a las 
mujeres para que participen en el sostenimiento del mismo; lo que no 
queda por escrito no se ve y lo que no se ve no existe, esta parece ser 
la máxima... y así la filosofía, la religión, la ciencia y la cultura establecen 
una connivencia para generar el paradigma androcéntrico del mundo en 
el que lo femenino no tiene cabida sino es para ser dominado al servicio 
de lo masculino. 

Esto se entiende como violencia desde el momento en que para mante¬ 
ner este sistema es necesario perseguir (recordemos la persecución en la 
Edad Media de las brujas, la conceptualización de las Hetairas como pros¬ 
titutas, las misma prostitución forzada...) y violentar la mente de quienes 
quieren romper las barreras sociales. La división sexual de las personas, 
ha sido una de las violencias más duras que la humanidad ha ejercido 


sobre sí misma y aunque muchas ideologías han hablado sobre la división 
de clases como algo violento e inadmisible, el hecho de que los mismos 
seres humanos hayan convertido esa natural separación de tareas en un 
método de opresión de un sexo por el otro resulta aún más inadmisible 
en tanto dentro de esas clases oprimidas por otras, el sexo femenino es 
-naturalmente- más oprimido y vulnerable a los abusos. 

Es en este sentido que hablamos de violencias, pero también desde el mo¬ 
mento en el que analizamos los resultados estadísticos que vemos (ya se 
adelantaba en ese apartado) como ni el mismo sistema es capaz de obviar 
la violenta realidad: brecha salarial, diferencias en el acceso a los puestos de 
trabajo, dificultad para acceder a la independencia económica, falta de corres- 
ponsabilldad en los cuidados y no reconocimiento ni salarial ni social de los 
mismos, control legislativo de las decisiones personales de las mujeres... 

Todo esto nos lleva a Identificar las situaciones en las que las mujeres 
y lo femenino sufren violencias: la falta de recursos económicos deriva¬ 
da del desigual acceso a la riqueza provoca situaciones de dependencia 
económica que sujeta a algunas mujeres a sus parejas maltratadoras; las 
necesidades de sostener la economía familiar en otros casos obliga a la 
aceptación de condiciones salariales y laborales que minan la dignidad. 

También la falta de corresponsabllidad obliga a una situación de doble pre¬ 
sencia o dobles jornadas; se mantienen obligadas a ejercer los cuidados 
fruto de una sociedad que no ha logrado (ni se esfuerza) en romper con 
la atávica división sexual del "trabajo" que por otro lado no los valora en la 
medida que merecen, al ser estos precisamente los que sostienen la vida 
de las personas, mucho más que los empleos que sostienen a los due¬ 
ños de los medios de producción únicamente y al sistema por extensión. 
Además, la falta de reconocimiento socio-cultural conlleva la ausencia de 
autoestima y la aceptación de situaciones vejatorias, así como la dificultad 
a la hora de tomar decisiones. 

Esta es, pues, la realidad a la que se ven sometidas muchas mujeres (en 
cuanto al sexo) pero que es fruto de la sumisión, como ya hemos dicho 
anteriormente, de lo femenino -privado, sin valor, sin reconocimiento, 
oculto- frente a lo masculino -público, valorizado, reconocido- que ade¬ 
más no solo tiene el derecho sino el deber de ejercer la virilidad con todos 
los medios posibles. 



La urgencia de inventar, de soñar, así 
parezca una utopía, un inalcanzable 
-como acostumbra pasar cada vez 
que las sometidas alzan la voz para 
enunciar la realidad en la que quieren 
vivir - maneras de tocar ya algo del 
futuro que queremos construir. Y 
esa apuesta política no puede darse 
al margen del reconocimiento y 
el compromiso colectivo con las 
necesidades y el bienestar de las 
personas. Cualquier estrategia de 
resistencia, de combate al sistema, 
tendrá que pasar por la preocupación 
y la implicación real (y no desde 
una solidaridad abstracta) por la 
existencia, por sostener la vida. 


Renta Básica de las Iguales 
y Feminismos: puntos de encuentro...! 
y caminos por recorrer! 

María Puga Fídalgo 



by redhope bajo licencia © BY-NC 2.0 


"O feminismo está a pasar por aquí", nos advierten los muros de las 
ciudades, uno de los canales de comunicación más propios de la acción 
política subversiva. 

También pasó el feminismo por el espacio de coordinación Baladre que 
ha ¡do nutriendo flores venenosas esparcidas por diferentes territorios, 
fortaleciendo su resistencia y empeño de crecer hasta en las condiciones 
más adversas y de dirigir su crítica ponzoñosa a este sistema de terror 
que es el capitalismo. Y desde aquel encuentro ya nada fue como antes. 







Allá por los anos 80, en la ciudad de Gasteiz, la Asamblea de Paradas inició 
un largo proceso de lucha como respuesta a un contexto socioeconómico y 
político marcado por el desempleo, la precariedad, la exclusión y la represión 
donde comienzan a reflexionar sobre determinados temas; la diferencia en¬ 
tre trabajo y empleo, el papel del trabajo reproductivo para el sostenimiento 
de la comunidad o la división sexual del trabajo. Estas fueron algunas de las 
cuestiones que sembraron las compañeras feministas que habían arribado a 
ese espacio. 

De los intensos debates que tuvieron lugar en los encierros y movilizaciones 
nació una convicción: ya era hora de avanzar de la reivindicación del em¬ 
pleo, sin atender a la utilidad social del sector y las condiciones en las que se 
desarrolla y siempre bajo la lógica de la competitividad y el sometimiento, a la 

reivindicación de una vida digna. 

Ante la demoledora evidencia, asumida incluso por los gestores del Capital, 
de que el pleno empleo ya nunca sería posible (nunca lo fue para las mujeres 
y otras identidades minorizadas, utilizadas siempre como pieza de ajuste para 
responder a la necesidad de los mercados de disponer de mano de obra bara¬ 
ta y disciplinada 1 ), era preciso idear alguna forma de garantizar unas mínimas 
condiciones de vida, con independencia de la situación laboral de las perso¬ 
nas. A esta primera intuición se le bautizó como "Ingreso Social Universal’.' 

Estaba plantada la semilla de la propuesta que más adelante se formularía, 
primeramente, bajo el nombre de Renta Básica y unos años después, con el 
fin de diferenciar una herramienta con inequívoca vocación anticapitalista de 
otros modelos débiles, se perfiló como Renta Básica de las Iguales. 

Unos años más tarde, al acercarnos a los planteamientos de la economía 
feminista, fuimos encontrando nexos comunes y voces que señalaban la ne¬ 
cesidad de colocar la vida en el centro de la organización social y de 
nuestra acción política y que incluso van más allá al proponer que es el 
momento de reivindicar "una vida que merezca la pena vivir" (Pérez, 2012). 2 


1 Amaya Orozco Pérez señala que "es imposible que exista, porque el empleo (el 
trabajo de mercados) siempre necesita un montón de trabajo de fuera de mercado 
para sostenerse'.' Citado en "El pleno empleo nunca existió" (18/09/2012), Diagonal. 

Recuperado el 18 de noviembre de 2013, de https://www.diagonalperiodico.net 



Una herramienta para arrancar el derecho a vivir dignamente. 

La RBIs: objetivos y definición 

Conquistar este e outros dereitos que sirvan para ir cimentando outras 
formas de vida mais próximas ao modelo de sociedade que desexamos e 
necesitamos parir con urxencia. (Iglesias, José. Que é a Renda Básica das 
Iguais?). 

Sólo cuando tengamos comunidades que se reproduzcan a sí mismas 
de manera colectiva, podrán nuestras luchas moverse y orientarse en un 
sentido realmente pugnaz frente al orden establecido. (Federici, Silvia. El 
trabajo precario desde un punto de vista feminista). 

Cuándo las gentes de Baladre hablamos de la RBI's, lo más importante 
es situar políticamente la propuesta al contrario de otras formulaciones 
dirigidas a paliar los efectos perversos del sistema y exponer nuestra lec¬ 
tura de la realidad y la finalidad que persigue nuestra acción política. Una 
realidad bien nutrida por la diversidad de planteamientos que recogemos 
y cocinamos entre nosotras y con otras muchas. 

Así, entendemos la RBI's como una herramienta que sirve para abrir bre¬ 
chas en el Capitalismo y su hermano gemelo, el Heteropatriarcado, que 
actúan sinergicamente generando desigualdad, exclusión, violencia y des¬ 
trucción ambiental. Dos son los objetivos que pretendemos alcanzar: a 
corto plazo, distribuir la riqueza para garantizar la cobertura de necesida¬ 
des y el sostenimiento de la vida; y, a largo plazo, ir creando las condicio¬ 
nes necesarias para un proceso de transformación social radical. 

El primero de los objetivos, al que Iglesias (2012, en Lores, García y Sáez 
2012, p.51) llamó "principio de emergencia social','tiene relación, además 
de con la gravísima situación de precariedad vital y exclusión que padecen 
amplias capas de la población, con la advertencia política que nos hace 
Federici (2010, p.7): ningún movimiento puede sobrevivir si no se interesa 
por la reproducción de sus integrantes. En el texto publicado en la revista 
Sin Permiso esta autora feminista argumenta que no sólo confrontamos 
al capital en el momento de las manifestaciones, sino que lo hacemos co¬ 
lectivamente y en todo momento de nuestras vidas. De ahí la necesidad 
de inventar formas colectivas de reproducción social. O en otras palabras, 
poner en la agenda las necesidades de las personas y buscar soluciones 


de como satisfacerlas, asumiendo "nuestra responsabilidad individual y 
colectiva no sólo en el sostenimiento de la vida, sino en cómo nos orga¬ 
nizamos para hacerlo" (del Río, 2013), sin perpetuar la división sexual del 
trabajo y desde la óptica de la sustentabilidad del planeta. 

La necesidad de ir ganando terreno a los mercados y construyendo es¬ 
pacios de autonomía, relación y organización que sirvan para desarrollar 
habilidades y generar condiciones de participación y lucha que contribu¬ 
yan a impulsar procesos emancípatenos, responde al "principio de espe¬ 
ranza" (Bloch, 2006 citado en Iglesias, Op.cit, p. 52). Este es el segundo 
objetivo que perseguimos en nuestra lucha contra el capitalismo y hacia 
una sociedad sin clases ni jerarquías. 

Por lo tanto, entendemos la RBI's como una herramienta que posibili¬ 
ta, mediante la creación de un nuevo derecho de ciudadanía basado 
en la vida humana con dignidad, el reconocimiento y ejercicio real de 
derechos, y por lo tanto la seguridad y libertad efectiva para todas las 
personas. 

Frente a la demagogia de la derecha ultracatólica respecto a la protección 
de la vida -siempre en abstracto, como potencia, y nunca después como 
queda demostrando por las políticas de recortes que llevan aplicando en 
todos los sectores y también a los de atención a la infancia-, nosotras 
defendemos la urgencia de garantizar la existencia de las personas que ya 
están aquí, en este mundo. Hecho que, en una economía de mercado y 
hasta que transitemos hacia otro modelo de sociedad, requiere disponer 
de euros para satisfacer una buena parte de nuestras necesidades. 

Además, sostenemos que estamos ante una propuesta que promueve 
la participación social mediante la redistribución de la renta. Se trata, en 
definitiva, de una herramienta política para abrir vías hacia una sociedad 
alternativa al capitalismo. 

Por lo tanto, la RBI's se define como el derecho que tiene cada persona, 
solamente por el hecho de nacer, a percibir una cuantía periódica 
para cubrir sus necesidades materiales Lo que diferencia esta pro¬ 
puesta de otras de corte más reformista son las siguientes características 
(elaboración propia a partir de la descripción realizada por Iglesias, Sáez, 
García, García y Zafra, 2012): 


► INDIVIDUAL: no es la familia, sino la persona individualmente la 
titular del derecho. La persona como sujeta de la igualdad. 

► UNIVERSAL: además de ser no contributiva, es para todas y cada 
una de las personas, sin ningún motivo de exclusión. Igualdad ante 
las condiciones. 

► INCONDICIONAL: no está sujeta a la participación en el mercado 
de trabajo, ni tampoco el nivel de ingreso justifica ninguna discrimina¬ 
ción. Igualdad ante las exigencias. 

► CUANTÍA/EQUIDAD: la cantidad a percibir será equitativamente, 
la misma para todas las personas, con total independencia de la edad, 
género, condición física, psíquica o intelectual, ingresos, situación 
laboral o de cotización, procedencia o situación administrativa en el 
Estado español, etc. La cuantía mínima a percibir será definida por el 
Umbral de Pobreza 3 . Igualdad ante la cuantía a percibir. 

► FONDO SOCIAL, ASIGNACIÓNY PARTICIPACIÓN: De la cantidad 
total de la RBI's que recibirá cada persona, un 80% será percibido de 
forma directa y el 20% de la misma irá a constituir el Fondo de la Ren¬ 
ta Básica (FRB), el cuál se dedicará a financiar los bienes y servicios 
públicos (sanidad, educación, vivienda, transporte, equipamientos y 
servicios para la atención de la infancia, la tercera edad o para perso¬ 
nas con necesidad especiales, etc.) definidos y gestionados por la co¬ 
munidad. A la hora de distribuir la parte del FRB destinado a la mejora 
de estos bienes y servicios, todas las personas tienen el mismo de¬ 
recho a intervenir y decidir en el debate para tal asignación. Igualdad 
de participación y decisión. 


3 En la formulación técnica de la propuesta, elaborada por José Iglesias Fernández, 
se adopta la definición de la Unión Europea para medir la pobreza de las personas 
de forma Individual en lugar del empleado para las familias. De acuerdo con esta 
definición el umbral de pobreza está determinado por la mitad de la renta per cáplta. 
Dónde esta variable macroeconómlca no está publicada se acostumbra emplear la 
mitad del PIB per cáplta. En el caso de medir y comparar la pobreza de las familias en 
los diversos Estados que componen la Unión Europea, la variable que se emplea es 
el IPREM, que corresponde a 60% del salarlo mínimo ¡nterprofeslonal (Iglesias 2012; 
en Lores, García y Sáez, 2012, p.39). 



Además, en aras a ¡r ganando espacio al mercado para la satisfac¬ 
ción de nuestras necesidades y el fortalecimiento de la trama co¬ 
munitaria que requiere cualquier proceso de transformación social 
radical, la propuesta de la RBI's prevé el incremento paulatino del 
porcentaje destinado al FRB. Es decir, que la cuantía destinada al 
fondo común (inicialmente, un 20%) debe tender al 100%, mien¬ 
tras que el porcentaje percibido por cada persona de forma directa 
(de partida, el 80%), deberá ir reduciéndose hasta tender al cero. 
Con ello estamos apostando por un proceso que nos permita ir ge¬ 
nerando las habilidades y condiciones para la satisfacción de nece¬ 
sidades por el conjunto de la comunidad haciendo que la economía 
de mercado deje de regular las relaciones sociales. 

► REFUNDICIÓN: el proceso de sustituir la mayoría de las pres¬ 
taciones actuales, sometidas a la lógica de la contraprestación, el 
control y las trabas burocráticas, por la RBI's, acabará haciendo con 
que todas las personas disfruten uniformemente de este nuevo 
derecho de ciudadanía. Igualdad equitativa. 

► DESDE LA BASE SOCIAL: todo cambio social debe arrancar 
desde abajo. La movilización para la consecución de la RBI's debe 
hacerse con la participación y la articulación de personas y movi¬ 
mientos sociales, de abajo para arriba, en una relación de igualdad. 

Entonces, ¿en qué puede contribuir la RBI's a las luchas feministas? 

Más allá de que en el ADN de la RBI's, ¡lo que no es poco!, haya 
una carga viral feminista, en los últimos años estamos dedicando 
esfuerzos en identificar la(s) contribución(es) que puede hacer esta 
herramienta al movimiento feminista -desde la diversidad que lo ca¬ 
racteriza- en su lucha contra todo tipo de opresión. Eso no hubiera 
sido posible sin las aportaciones de las personas con quien hemos 
compartido talleres y discusiones. 

Aunque a lo largo del anterior apartado ya fuimos avanzando algunos 
de los nexos que identificamos entre la propuesta de la RBI's y los 
planteamientos feministas, nos toca ahora desgranar las conclusio¬ 
nes que fuimos elaborando durante la confección de la trama entre 
ambas luchas. 


Tal proceso tiene para nosotras una gran importancia puesto que las 
gentes de Baladre siempre hemos sostenido que la RBI'S es una 
propuesta más y que su carácter transversal facilita la discusión 
e inclusión en la agenda programática de diferentes movimientos 
sociales. En ese sentido entendemos que la propuesta aporta un 
horizonte estratégico de lucha contra la lógica productivista del ca¬ 
pitalismo y todo el marco de valores en el que se sostiene. Todo lo 
contrario que otras propuestas de corte más reactivo e inmediatista, 
tal y como apuntan las activistas feministas Chus, Ruth e Sua (2013) 
en su denuncia contra los efectos perversos de la cultura de la "em- 
pleo-normatividad'.' 

Precisamente, ese elemento estratégico coincide con una de las dos 
dimensiones que, a nuestro juicio, dan cuenta de los cruces entre 
la RBI's y los planteamientos feministas. Por otro lado, la dimensión 
pedagógica no sólo posibilita situar muchas de las cuestiones que se 
fueron desarrollando a lo largo de la historia del movimiento, sino que 
proporciona una oportunidad para debatir y llegar a acuerdos sobre 
cuáles son nuestras necesidades reales. Preguntarnos qué significa 
vivir bien y cómo nos hemos de organizar socialmente, rompiendo 
con los esquemas de opresión y desigualdad que implica la división 
sexual del trabajo para garantizar una vida digna, plena y feliz para 
todas las personas. 

Para las gentes de Baladre el feminismo fue un ingrediente decisivo 
en el caldo del cual nos nutrimos para cocinar la propuesta de la 
RBI's, y en la actualidad nos muestra que hay que ir más allá del dis¬ 
curso de la sobrevivencia. Veamos que puede, desde nuestro punto 
de vista y en base a las discusiones y talleres que fuimos desarro¬ 
llando, aportar la propuesta de la Renta Básica de las Iguales a las 
luchas feministas. 


La dimensión estratégica 

Ya hemos señalado que la RBI's es una herramienta destinada a crear 
condiciones para procesos de transformación social. Que el objetivo 
a largo plazo es arrebatar al mercado y al empleo los espacios de rela¬ 
ción, autogestión, cooperación, seguridad y participación necesarios 
para se puedan ir cambiando conciencias y articulando voluntades. 


Entendemos que este planteamiento estratégico se entrecruza con 
un elemento significativo dentro del amplio repertorio que abarca la 
acción política feminista: frente a las estrategias de masas, las estra¬ 
tegias de hormiguitas 4 , ya que la tarea de desmontar el heteropatriar- 
cado requiere un cuestionamiento y una rebeldía en la cotidianeldad. 

Es problematizando "las cuestiones que siempre se han señalado 
como "personales" privadas, y propias de las cuatro paredes de los 
hogares donde vivimos" [como por ejemplo, cuales son nuestros de¬ 
seos y necesidades y de que manera y bajo que consecuencias -so¬ 
ciales y ambientales- podemos satisfacerlos] como se van "constitu¬ 
yendo como espacios políticos y de transformación colectiva todos 
los espacios en los que transitamos" clarifican las compañeras de la 
colectiva feminista anticapitalista argentina Las histerias, las mutas y 
las otras (2009, p.7). Un cambio personal significado en el colectivo. 
Porque, lo sabemos gracias al feminismo, "lo personal es político'.' 

Una de las conclusiones a la que llegamos después de poner en co¬ 
mún nuestra experiencia en dinamizar cantidad de charlas y talleres 
sobre la RBI's es la diferencia que supone llevar la propuesta, sus 
consecuencias y posibilidades, al contexto de la propia vida. Por ello 
la importancia de las preguntas: ¿cambiarían nuestras vidas con la 
implantación de la RBI's? ¿qué haríamos o dejaríamos de hacer? 

Hemos corroborado en que proyectar la aplicación y el debate de la 
propuesta en el plano personal es clave a la hora de desarmar los pre¬ 
juicios y dogmas ideológicos que a menudo operan cuando estamos 
ante nuevos planteamientos. Pero sobre todo es un motor de cambio 
individual, de toma de conciencia, de cuestionamiento de muchos 
aspectos y elecciones vitales que parecen inamovibles sino afinamos 
nuestra capacidad crítica y voluntad de cambio de paradigma. Y con 
ello la apertura de horizontes y posibilidades en las formas de accio¬ 
narse social y políticamente. 


4 Un agradecimiento a las compañeras Paz Caínzo y Marta Casal por las reflexiones y 
aprendizajes que ha generado el taller dlnamlzado por las mismas en las Jornadas de 
Economía Feminista, celebrada en Artelxo (Coruña) el año pasado. 



Asumimos pues que la perspectiva integral (cuerpos, afectos, de¬ 
seos, relaciones y cuidados, además de los aspectos intelectuales), 
la importancia de las necesidades, la búsqueda de soluciones creati¬ 
vas a los problemas que nos afectan, la ruptura de la segmentación 
entre el espacio público y el privado, el cuestionamiento de aquello 
que se asume como natural ("siempre fue y siempre será así"), la v¡- 
sibilización de las tareas de cuidados y la vinculación entre la macro 
y la micropolítica, todos estos elementos están presentes tanto en la 
perspectiva política feminista como en el planteamiento estratégico 
que adoptamos en la la propuesta de la RBI's. 

Pero como elemento común también está la necesidad de experi¬ 
mentar con nuevas fórmulas, de construir desde la diferencia (sin 
perder el norte ideológico, ni la radicalidad del discurso), de asumir 
que hay muchos caminos posibles y no sólo una única vía inequívoca 
y central, si partimos del supuesto que "juntas a algún sitio, solas a 
ninguna parte" en palabras de la compa Manolo S. Bayona. 

Mas, sobre todo, visibilizar todo aquello que el sistema quiere ocul¬ 
tar: el empobrecimiento, la exclusión, la enfermedad y el dolor en que 
viven muchísimas personas. No sólo ahora cuándo la crisis capitalista 
ya lleva años con nosotras arrastrando cada vez más sectores de 
población a unas condiciones de miseria, sino también en los años 
de bonanza del llamado "Estado de Bienestar." Coincidiendo con el 
planteamiento feminista de que lo que no se nombra no existe, las 
gentes de Baladre llevamos años apostando por visibilizar la pobre¬ 
za y la precariedad, pero no sólo. Mediante herramientas como los 
puntos de información sobre derechos sociales o la RBI's tratamos 
de exponer las causas que generan la realidad de desigualdad social, 
violencia y devastación ambiental en la que vivimos. 

Sostenemos que, debido a estos elementos comunes que fuimos 
reseñando, la propuesta de la RBI's puede servir al fortalecimiento 
de la estrategia de acción del feminismo. Además, creemos que con¬ 
tribuye al impulso de una cultura política basada en la cooperación, el 
apoyo mutuo y el reconocimiento del rol central que deben asumir las 
necesidades humanas, así como los afectos y cuidados, en cualquier 
proyecto de transformación. 


La dimensión pedagógica 


La RBI's, desde nuestra lectura, es una herramienta potente a la hora 
de colocar en la agenda de diferentes colectivos sociales y sectores de 
población, cuestiones y debates que se vienen trabajando desde el femi¬ 
nismo y la economía feminista. 

A continuación desmenuzamos algunos de estos temas. Muchos de ellos 
son ya clásicos en el análisis feminista de la economía y de la organización 
social, aunque siguen siendo desconocidos para muchas personas ajenas 
al movimiento pese a su potencial de cuestlonamento del orden estable¬ 
cido. Lo mismo se puede decir de su capacidad de generar propuestas 
para la construcción de escenarios alternativos, en los que primen la jus¬ 
ticia social, la solidaridad y la igualdad en la diversidad. 

Más allá del empleo... rompiendo el iceberg 
para hacer emerger los cuidados 



by ColaBoraBora bajo licencia © BY-SA 3.0 


La RBI's cuestiona el papel central que juega el empleo en el marco 
capitalista destacando su Incapacidad para garantizar unas condicio¬ 
nes de vida digna y en libertad. 






Esa ¡dea se cruza con los planteamientos de la economía feminis¬ 
ta, que critica la consideración del mercado/trabajo asalariado como 
elementos privilegiados en el análisis económico clásico. Este en¬ 
foque obedece a una visión androcéntrica de la ciencia económica, 
que obvia las actividades que tienen lugar en la esfera privada o en 
otras en las que no media un intercambio monetario (voluntariado, 
trabajo comunitario, etc), aún cuando es evidente que generan bien¬ 
estar. Pero además, estas actividades, sumergidas bajo la lógica de 
los mercados y del empleo, también contribuyen a crear riqueza, si 
ampliamos la vista y reconocemos todos los procesos, bienes y ser¬ 
vicios que de forma indirecta participan en la producción, tema que 
abordaremos más adelante. 

La economía feminista vino a revelar que fruto de la estructura social 
patriarcal las relaciones de género, conectadas a otros ejes de poder y 
opresión (clase, etnia, identidad u orientación del deseo, etc), atraviesan 
el sistema económico dando lugar a una pugna entre dos lógicas contra¬ 
puestas. Por por un lado la lógica del Capital y los mercados, que se rige 
por los intercambios monetarios y opera bajo el principio de la acumula¬ 
ción de beneficios; y por otra la lógica de los cuidados, que tiene como 
finalidad la sostener la vida, satisfacer necesidades y generar bienestar 
(Del Río y Pérez, 2004). Para ilustrar este conflicto se emplea la metáfora 
del iceberg: el sistema se sostiene gracias al continente sumergido e 
invisible de los cuidados, que garantiza la producción y el funcionamiento 
de los mercados. 

Así, tanto la propuesta de la RBI's como los planteamientos feministas 
destacan la diferencia entre empleo y trabajo, considerando que en este 
último se encuadran una serie de actividades que se llevan a cabo fuera 
del mercado y que son de plena utilidad y valor social. 

Estos trabajos, llamados de cuidados4, producen bienes y servicios nece¬ 
sarios para la supervivencia y el bienestar de las personas, muchos de ellos 
de prácticamente imposible satisfacción en el mercado, como la regulación 
y seguridad emocional, socialización, afectos, etc (Carrasco, 2011). 

Por lo tanto, exceden la satisfacción de necesidades que permiten la sub¬ 
sistencia biológica, vinculándose también con tareas encaminadas a desa¬ 
rrollar y mantener nuestro aparataje emocional y relacional, repercutiendo 


pues en la calidad de vida, autonomía, afectividad, comunicación, relaciones 
o la participación social. El sistema capitalista se beneficia de todas esas 
habilidades, cuyo desarrollo se carga sobre las personas que históricamente, 
debido a la división sexual del trabajo, asumieron las tareas de cuidados, es 
decir, nosotras las mujeres, para disponer de mano de obra preparada para 
alimentar las necesidades del mercado laboral. 

Buena prueba de ello es el programa de medidas que están llevando a cabo 
en el actual contexto de crisis los gobiernos neoliberales bajo los dictados 
de la troika y las instituciones financieras. Estos se asientan, por un lado, en 
el recorte del gasto social y el desmantelamlento de servicios públicos al 
mismo tiempo en que se destinan ingentes recursos para rescatar a las em¬ 
presas y a la banca. En paralelo se desarrollan políticas y discursos -mediante 
potentes campañas propagandísticas auspiciadas por lobbies ultraconserva¬ 
dores y medios de comunicación afines- dirigidos a promover la maternidad 
y al ensalzamiento del "rol femenino" como garante de los cuidados. Vemos 
como, una vez más, ante una situación de crisis sistémica, la salida pasa por 
adjudicar a las mujeres la responsabilidad sobre el cuidado del conjunto de la 
población perpetuando así la opresión de género e incrementando una deuda 
histórica de dimensiones incalculables. 

Deuda que en el caso de las mujeres del sur global se suma al débito ecológi¬ 
co contraído con estos países, ya que en materia de cuidados igual que con la 
sobreproducción y utilización de la naturaleza, el capitalismo heteropatriarcal 
también funciona mediante el expolio y la externalización de los costes. 

Así es como la demanda de trabajadoras migrantes para los cuidados, las ta¬ 
reas domésticas y el trabajo sexual viene incrementándose paulatinamente 
acarreando una creciente feminización de los flujos migratorios. Los cambios 
sociales y la precariedad de los cuidados en el norte, unidos a los efectos 
perversos que las políticas neoliberales generan en los países "periféricos" 
son las causas que explican que una cadena de cuidados atraviese el pla¬ 
neta. Mujeres que se enlazan como eslabones, desde posiciones de poder 
asimétricas, para que no se derrumbe el edificio capitalista-patriarcal. En los 
últimos años, ante la merma económica que vienen experimentado los hoga¬ 
res, las condiciones laborales para estos sectores se están degradando aún 
más, agravando la situación de vulnerabilidad, inseguridad jurídica y violencia 
estructural que atraviesa a las mujeres migrantes. Y repercutiendo, ineludi¬ 
blemente, en los cuidados y las condiciones de vida en los países de origen. 


Entendemos que la RBI's, en articulación con una batería de medidas 
como requiere cualquier problema de gran calado, puede ser beneficiosa 
a la hora de reconocer que más allá del empleo necesitamos las tareas 
de cuidados para mantenernos con unas condiciones de vida adecuadas 
y saludables. De ese modo, la herramienta podría colaborar a colocar la 
vida con dignidad y las necesidades humanas en el centro del debate y 
acción política. 

También la consideramos una propuesta útil para reclamar y lograr un re¬ 
parto de los trabajos de cuidados (llegando más allá de la clásica, aunque 
siempre renovada, reivindicación del reparto del trabajo como sinónimo 
de empleo), que contribuya a la promoción de la co-responsabilidad y a 
dar pasos hacia la Implicación del conjunto de la sociedad en la satisfac¬ 
ción de nuestras necesidades. 

Ante los discursos que destacan el temor a que la Renta Básica de las 
Iguales apuntalara la división sexual del trabajo y cristalizara a las mujeres 
en el rol de cuidadoras abnegadas, nos parecen acertadas las palabras de 
Carolina del Olmo (2014). 

La autora del libro y blog homónimo, ¿Dónde está mi tribu?, remarca el 
desconcierto que supone considerar el paso por el mercado de trabajo 
-sometido además a una fuerte retracción en la actual etapa de capita¬ 
lismo globalizado, y sin perspectiva de que esto se pueda revertir- como 
medio preferente para la independencia económica y la liberación de las 
mujeres. E incluso va más allá al cuestionar la participación en el mercado 
de trabajo como una incontestable vía de satisfacción y emancipación, 
por lo que se pregunta: 

(...) si resulta que por obra y gracia de la imaginación institucional nos 
encontramos con una herramienta nueva que garantiza el objetivo 
de la independencia económica (y lo hace, por cierto, con mucha 
mayor intensidad y fiabilidad que el mercado de trabajo: 27% de paro, 
¿recuerdan?), ¿dónde está el problema? Si algunas mujeres quieren 
aprovechar la renta básica para salir por pies del mercado laboral e 
irse a sus casas a cuidar de sus hijos, a cuidar de sus estúpidas uñas o 
a tocar la guitarra y comer plátanos tumbadas en una hamaca, ¿¿¿cuál 
es el problema??? 


Hace ya años desde que algunas voces feministas empezaron a señalar la 
necesidad de impugnar la premisa de que el trabajo, cualquier trabajo, sea la 
vía para la emancipación humana, y también de las mujeres. "El trabajo no 
deja de ser trabajo, ya sea dentro o fuera de la casa. (...) La esclavitud de la 
línea de ensamble no es la forma de liberarse de la esclavitud del fregadero 
de la cocina" (Dalla Costa, 1971, p. 19). 

Entonces y ahora el gran desafío a la hora de revolucionar el heteropatriar- 
cado capitalista sigue siendo encontrar estrategias y programas de lucha 
que "a la vez que liberen a las mujeres de la casa, eviten, por un lado, 
una esclavitud doble y, por otro, nos Impidan llegar a otro nuevo grado de 
control y regimentación capitalista" (ídem). 

En el debate sobre el papel del trabajo asalariado en la autonomía de las 
mujeres, así como en la Inevitable re-organlzaclón social ante un colapso 
sistémico cada vez más evidente, precisamos hacernos preguntas sobre 
la utilidad social de los diferentes sectores productivos. Por que cuestio¬ 
narnos sobre el proceso de producción en si mismo es clave para parir un 
nuevo modelo enfocado en la satisfacción de las necesidades, la calidad 
de vida, el bienestar y la sostenibilldad ambiental. 

El salario: mecanismo de participación en los mercados y 
disciplinamiento capitalista que no garantiza la sostenibilidad de la 

vida 5 

Desde la economía feminista se viene señalando desde hace tiempo que 
los salarios no garantizan la cobertura de todas nuestras necesidades. 
Aunque el paradigma hegemónico desee hacernos creer que con los sa¬ 
larios se reproduce la fuerza de trabajo necesaria para alimentar la rueda 
de la producción capitalista, la realidad es que el sistema transfiere los 
costes de reproducción a los hogares. De ese modo se apropia oportu- 
nlstamente de la plusvalía de género determinada por la división sexual 
del trabajo con el fin de asegurar el proceso de acumulación. 

Carrasco (2011) apunta que en los hogares se producen bienes y servi¬ 
cios necesarios para la sobrevivencia y el bienestar de las personas. Es 


5 "Sostenibilidad de la vida" es una expresión acuñada por Carrasco (2001). 



en esta esfera donde se organizan y gestionan los posibles aportes (cada 
vez más escasos en estos tiempos de tijeras afiladas) que puedan derivar 
del sector público, en actividades relacionadas con la educación, la sani¬ 
dad o la atención de necesidades de cuidado específicas. Pero además 
subraya la subjetividad que caracteriza a los cuidados, por lo que, aún en 
el caso de que el mercado fuera capaz de disponer la cobertura de todo 
tipo de necesidades, algunas personas no se sentirían satisfechas por una 
respuesta mercantil, ya que elementos como los afectos o la solidaridad 
están presentes de forma ineludible al hablarnos de cuidados. 

Así pues, los salarlos -que al igual que los empleos, son un bien cada 
vez más escaso (y más reducido e inestable) para amplias capas de la 
población- solamente garantizan disponer de recursos para satisfacer de¬ 
terminadas necesidades a través del mercado. Es decir, el consumo. Y ni 
siquiera eso es seguro, ya que todavía estamos por experimentar unas 
reducciones salariales y una precarización laboral cada vez más brutales, 
llevando a que la realidad de las trabajadoras y trabajadores pobres sea 
cada vez más patente en el escenario estatal y europeo. 

En todo caso, ni siquiera si tuviéramos los medios económicos suficien¬ 
tes podríamos ver colmadas algunas de nuestras necesidades, ya que 
"los recursos necesarios para vivir no dependen fundamentalmente de 
un empleo y un salario, sino que tienen que ver con un enorme entrama¬ 
do de redes familiares, sociales, culturales y políticas" (Del Río, 2013). 
Por detrás de la lógica del consumo, de la producción y acumulación, que¬ 
dan una serie de actividades no remuneradas ni reconocidas socialmente 
que día a día aseguran la vida. 

Siendo el salario un mecanismo limitado a la hora de satisfacer nece¬ 
sidades y un haber cada vez más escaso e insuficiente, ¿cómo puede 
seguir siendo el elemento central en el la organización de nuestras vidas? 
¿cómo puede ser el empleo y los salarios las vías para el reconocimiento 
del derecho a vivir dignamente? Estas reflexiones nos llevan al necesario 
debate sobre cuáles son nuestras necesidades y cómo nos organizamos 
para satisfacerlas de una forma justa y equitativa. 

Pero mientras avanzamos en estos debates es necesario garantizar al 
menos las condiciones materiales y básicas para la sobrevivencia, e ir 
creando espacios para la coletivización y el reparto de la responsabilidad 


sobre los cuidados. Para ello, entendemos que es preciso remunerar 
y reconocer las actividades invisibilizadas por la lógica mercantil y 
dotar a las personas de los ingresos suficientes para que puedan 
llevar una vida digna. 

En definitiva, ya es hora de transitar del paradigma del salario al para¬ 
digma de los derechos y de la vida con dignidad y plenitud. 

La producción social de la riqueza y la apropiación de la plusvalía 
de género como motor del sistema 

Como ya hemos abordado en uno de los epígrafes anteriores, a pesar 
de que el discurso económico hegemónico lo quiera ocultar, hay un 
fuerte nexo entre los trabajos de cuidados y la producción capitalista, 
mecanismo a través del cuál el sistema desplaza los costes y la res¬ 
ponsabilidad del mantenimiento de la vida hacia la esfera doméstica 
con el fin de asegurar sus beneficios. 

Para producir riqueza la clase propietaria se apropia de recursos que 
son de naturaleza colectiva para sus fines individuales y de enrique¬ 
cimiento. En contraste con lo que nos trata de inculcar la perspectiva 
económica dominante, los procesos de trabajo y la producción de 
riqueza son de incuestionable naturaleza social. Iglesias y otras 
(2012, p. 28) clarifican que tales procesos no son de índole individual 
ya que "no sólo interviene en la producción la trabajadora o trabaja¬ 
dor ocupado en su jornada laboral. Hay toda una cadena de produc¬ 
ción que es sistémica" En esta cadena participan "los conocimien¬ 
tos, la educación, salud, tecnología, infraestructuras" (Ibidem) y, por 
supuesto, los trabajos de cuidados. 

No obstante, el PIB y demás indicadores económicos no reflejan el 
peso de los bienes y servicios generados por los trabajos de cuida¬ 
dos. Bienes y servicios que, como ya expusimos, van mucho más 
allá de la lógica utilitarista y productivista, ya que cumplen la función 
de satisfacer necesidades y mantener a las personas en condiciones 
adecuadas y saludables. 

Si estos trabajos generan riqueza y bienestar para la comunidad, las 
personas involucradas en estas tareas (que potencialmente podrían 


ser todas si rompemos con la histórica división sexual del trabajo y, 
por lo tanto, con la naturalización de dichas tareas como propias de 
una supuesta "condición femenina"), deberían poder acceder a los 
recursos económicos que contribuyen de forma indirecta a producir, 
con independencia de su situación en el mercado laboral, ingresos, 
pertenencia a un núcleo familiar, etc. Queda patente pues la injusticia 
que supone el hecho de que el reconocimiento de un derecho tan 
básico como es el disponer de ingresos económicos suficientes para 
garantizar unas condiciones de vida digna se haga en función del em¬ 
pleo o la cotización. Tal modelo conlleva dejar fuera un enorme con¬ 
tingente de personas, y concretamente de mujeres, que se encargan 
diariamente de asegurar que la sociedad pueda seguir adelante. 

En este debate, porque hablar del carácter social de la producción 
de riqueza es hablar de los bienes comunes, es interesante acercar¬ 
nos al tema de lo comunal. En los últimos años dicho concepto está 
ganando espacio en la elaboración teórica y la agenda política de los 
los movimientos sociales, aunque goce ya de una larga tradición de 
prácticas desarrolladas en diferentes lugares del mundo y momentos 
históricos. 

Como nos advierte Federici (2013), el sistema, mediante instituciones 
puntales del capitalismo planetario y grandes grupos empresariales, 
ha tratado de sacar tajada de los comunes. Ya sea para salvaguardar 
sus intereses estratégicos en espacios de gran valor bajo el disfraz 
de "guardianes del planeta" (ídem, p. 248), o bien porque se perca¬ 
taron de las ventajas que en determinados casos supone la gestión 
colectiva frente a la privatización, lo cierto es que dichas instituciones 
vienen tratando de apropiarse del discurso de los bienes comunes. 

Aún así, y a expensas de que los grupos anticapitaIistas desarrollen 
formas inteligentes y efectivas de combatir la tendencia del sistema 
a fagocitar discursos y experiencias, hay que reconocer que los co¬ 
munes fueron y siguen siendo una estrategia de resistencia ante el 
acaparamiento de la vida y la naturaleza por parte de los poderosos 
y un modo colectivo de satisfacer necesidades. Y en cualquiera de 
ellas las mujeres tenemos mucho que decir debido a que el capitalis¬ 
mo-patriarcal nos asigna, a la vez, un lugar subalterno el en el acceso 
a los recursos y un lugar preferencial en la atención a los cuidados. 


Lo cierto es que en la tradición de lucha por lo común las mujeres 
han tenido siempre un papel incontestable, tanto en la defensa de 
la tierra, el agua y los bosques, como a la hora de ensayar la colec¬ 
tivización de las tareas de cuidados, con el fin de "economizar los 
costes reproductivos y para protegerse mutuamente de la pobreza, 
de la violencia estatal y de la ejercida de manera individual por los 
hombres" (Op. cit. p.251). 

Abundan ejemplos de iniciativas en el mundo y en los diferentes te¬ 
rritorios del Estado Español, muchas con la participación de personas 
baladrinas. Comedores populares, huertos urbanos, centros de día 
para niñas y niños, córralas de viviendas y mismo los puntos de infor¬ 
mación sobre derechos sociales son algunas de las experiencias de 
socialización de recursos -en general muy escasos- y saberes dirigi¬ 
das a satisfacer necesidades y mantener la vida de la comunidad en 
las mejores condiciones posibles. 

Pero los comunes también constituyen la semilla de un nuevo mo¬ 
delo de producción y reorganización de los cuidados. Una produc¬ 
ción que asuma el carácter integral de los procesos que reconecte 
los procesos de producción, reproducción y consumo superando la 
visión segmentada y binarista que nos ha imbuido el pensamiento 
económico hegemónico y que supere la propiedad privada. Que se 
organice en clave de la utilidad social y de la minimización del impac¬ 
to ambiental y humano de los bienes y servicios. 

Paralelamente toca reflexionar y ensayar otras formas de satisfacer 
las necesidades de cuidados, que dejen de ser onerosas y limitantes 
para una parte de la población, mas también que permanezcan al 
margen de la dinámica mercantil. "Crear formas de reproducción que 
nos permitan resistir frente a la dependencia del trabajo asalariado y 
la subordinación a las relaciones capitalistas (Op. Cit., p.251). 

Atendiendo a esas premisas e implicando a toda la comunidad en el 
arreglo de los cuidados, colocando las necesidades vitales en el cen¬ 
tro, inevitablemente veríamos sucesivos e importantes cambios en 
el modelo de producción y en la organización de la sociedad. 


El fondo de la RBI's: espacio de consenso sobre 
nuestras necesidades y camino hacia una comunidad disidente 

La cuestión de las necesidades es, a nuestro entender, otro punto de 
encuentro entre el enfoque feminista y la propuesta de la RBI's. ¿Cuáles 
son nuestras necesidades? ¿Qué significa vivir bien y con dignidad? Ya 
introducimos algunos elementos en los epígrafes anteriores, sin embar¬ 
go, creemos pertinente ahondar un poquito más. 

Hablar de necesidades supone reconocer, por un lado, que estas son he- 
tererogénas y que abarcan tanto los aspectos más cercanos a la dimen¬ 
sión biológica o material -alimentación, aseo, restablecimiento de salud, 
acompañamiento educativo, etc.-, como aquellos vinculados a la esfera 
subjetiva o inmaterial como son los afectos, sociabilidad, autonomía, 
relación con el cuerpo y sexualidad, entre otras (Del Río y Pérez, 2004). 
Estas autoras subrayan el hecho de que ambas dimensiones forman una 
amalgama en el sentido de que "no se pueden comprender por separa¬ 
do" (Ídem, p.5). De hecho, las tareas de cuidados, incluso cuándo son 
remuneradas, "profesionalizadas" y dirigidas a atender a necesidades de 
tipo biológico, de algún modo y en alguna medida también cumplen con 
la otra dimensión. Lo que demuestra la complejidad de emplear criterios 
asociados a la producción y al mercado a este tipo de trabajos. 

Con esa naturaleza multidimensional también se relaciona algo que ya 
hemos abordado: la dificultad de una satisfacción plena de necesidades 
por la vía mercantil y el hecho que participen muchas más actrices y acto¬ 
res sociales en ese proceso (redes familiares, de afinidad, comunitarias, 
aportes del sector público, etc). 

Es pertinente además, reflexionar sobre la diferencia entre necesi¬ 
dad y deseo, ya que este último tiene una relación compleja con los 
límites: frente a unos deseos ilimitados siempre se van a encontrar 
recursos o condiciones de satisfacción escasas o insuficientes. Es 
clara la ligazón de esta concepción del deseo con el paradigma pro- 
ductivista apoyado en la publicidad y sin arreglo a los limites de la 
naturaleza. "(...) los deseos son el terreno de la elección, de la liber¬ 
tad, de la civilización y la cultura" (Pérez, 2004, p. 105). A su vez las 
necesidades nos remiten a la disponibilidad de los recursos, "qué, 
dónde y bajo que circunstancias" (Ídem, p. 106). 


Lo anterior conduce al planteamiento de que las necesidades no son 
asépticas sino que asumen formas concretas en cada contexto histórico 
y soclocultural, por lo que reflejan estructuras y relaciones de poder. Estas 
reflexiones nos llevan al Ineludible debate sobre cuáles son necesidades, 
cómo nos organizamos para satisfacerlas de una forma justa y equitativa 
y que es para nosotras el bienestar y la calidad de vida. 

La apuesta por crear un Fondo Común de la RBI's (que, de ¡mplementarse 
esta herramienta, acumularía el 20% del ingreso que se asignaría a cada 
persona) fomentaría este debate en el seno de cada comunidad cuestio¬ 
nando la vigente lógica de satisfacción (y producción) de necesidades por 
el mercado y transfiriendo su cobertura del ámbito individual, mediante 
transacciones monetarias, al colectivo. Al incorporar en la propuesta el 
mecanismo de que el 80% del Ingreso Individual tienda a cero y que el 
20% tienda a cien tratamos de hacer una apuesta decidida por la impli¬ 
cación comunitaria en la satisfacción de necesidades y por arrebatar los 
cuidados de los mercados. 

Una vez más es interesante volcamos en el debate sobre los comunes, 
y concretamente en la experiencia de las mujeres en el desarrollo de 
experiencias y luchas por el Interés comunal y la satisfacción colectiva de 
necesidades. Federlcl (2013, p.253) señala que uno de los trazos caracte¬ 
rísticos de tales experiencias es que "encierran una identidad colectiva, 
constituyen un contrapoder tanto en el terreno doméstico como en la 
comunidad, y abren un proceso de autovaloración y autodeterminación'.' 
Además, funcionan como laboratorios de construcción de Intereses co¬ 
munes y la generación de redes de apoyo mutuo. 

Para las gentes de Baladre, desde nuestra experiencia en la acción comu¬ 
nitaria y en cantidad de Iniciativas de colectivización de recursos, saberes 
y cuidados, en estos espacios de construcción común es dónde podemos 
desaprender cantidad de valores y prácticas cinceladas en nuestra sub¬ 
jetividad por las herramientas de dlsclpllnamlento del sistema, y poder 
desarrollar nuevos repertorios. 

En la misma dirección están las propuestas que hace Pérez (2012) para 
desplazar a los mercados de nuestras vidas y generar escenarios sociales 
dónde los cuidados y el bienestar sean protagonistas. Esta autora coloca 
la necesidad de detraer recursos de la lógica de acumulación del Capital 


para ponerlos a funcionar bajo criterios de democracia y justicia social 
dónde la prioridad sea cubrir las necesidades de las personas y generar 
calidad de vida. Es decir, vida digna, plena y en libertad. Además de los 
recursos económicos, mediante reformas fiscales y otras medidas, se¬ 
ñala las tierras, bosques, servicios y, por supuesto, los cuidados, como 
elementos que debemos ganarle al mercado. 

El Fondo Común de la RBI's se propone como un espacio de participación 
y toma de decisiones por parte de la comunidad acerca de dónde y cómo 
se invierten los recursos que son de todas. En definitiva, abre brechas y 
alimenta el camino hacia la democracia directa, así como el desarrollo de 
una nueva cultura política y de una experiencia comunitaria que a la mayo¬ 
ría de nosotras nos fue arrebatada. 

¡El paradigma de ciudadanía androcéntrico y liberal es una falacia! 

Reconceptualizar un nuevo marco de derechos inclusivo, 
integral y universal 

"Fanos terque merecer o dereito a vivir"era una de las conclusiones a las 
que se llegaba en uno de los grupos con los que hemos compartido los 
talleres sobre feminismo y RBI's respecto a la lógica capitalista. 

Lo cierto es que la meritocracia esconde la voluntad de sometimiento del 
sistema y un marco de derechos totalmente vaciado de sentido al carecer 
de los medios materiales para ejercerlos. Bajo esa premisa los derechos 
se convierten en obligaciones (un claro ejemplo es el consagrado "dere¬ 
cho al trabajo") puesto que la libertad de ejercicio no está garantizada, o 
bien en un artificio retórico formal para seguir apuntalando la desigualdad. 

Combatir ese mecanismo de injusticia y estratificación social es el come¬ 
tido del núcleo ético de la propuesta de la RBI's. Este reside en reivindicar 
la construcción de un nuevo derecho de ciudadanía, el de que cada perso¬ 
na disponga, sin ningún tipo de condicionalidad, de los medios para cubrir 
sus necesidades y vivir con dignidad, garantizando así la seguridad y la 
libertad efectiva. Se trataría de proporcionar la base material para poder 
ejercer todos los demás derechos (Iglesias, 2011). 

Los planteamientos feministas van mucho más allá al criticar el sesgo an¬ 
drocéntrico del paradigma de ciudadanía, sustentado en un imaginario de 


autosuficiencia, libertad y derechos individuales. Pérez (2006, p. 29) se¬ 
ñala que dicho marco de ciudadanía, propio del estado de Bienestar libe¬ 
ral-democrático de posguerra, se asienta en "la figura del sujeto fetiche 
de la Ilustración, el hombre blanco, heterosexual, occidental, burgués, sin 
discapacidad'.' 

Esta figura normatlvlzada, caracterizada por falsos supuestos de autosu¬ 
ficiencia y libertad en realidad sustentados en toda una cadena de traba¬ 
jos de cuidados no reconocidos, representa la óptica de un paradigma 
económico que desarticula la esferas de producción y reproducción. Así, 
el sistema invislblliza al tiempo que se beneficia de los aportes de esta 
última esfera generando un relato socialmente asumido acerca de la in¬ 
dependencia masculina. 

Este relato resulta a todas luces ficticio puesto que la división sexual de 
trabajo y la consiguiente socialización diferencial de género ha ocasiona¬ 
do un patrón comportamental masculino marcado por las pocas o nulas 
competencias en las tareas de cuidados, incluido el autocuidado. La con¬ 
secuencia es la "dependencia funcional" (Carrasco, 2011) respeto a las 
mujeres, tanto en la atención de necesidades cotidianas de subsistencia 
como en la emocional. 

Pero sobre todo, lo que deja entrever ese Imaginario es la ruptura con la sa¬ 
tisfacción de necesidades y el bienestar humano, así como con el respeto 
por la naturaleza. Desde un lugar de prepotencia el sistema desdeña la in¬ 
terdependencia como rasgo inapelable de la, y no sólo, condición humana. 

En ese sentido es interesante reflexionar sobre la estigmatización 
que sufre la concepción de "dependencia" asociada a unas relacio¬ 
nes asimétricas de poder dónde unas personas cuidan y las otras 
reciben los cuidados. 

Por contra, reconocer la interdependencia como propia de nuestra con¬ 
dición de cuerpos vulnerables y finitos, que "nos obliga a salir fuera de 
nosotras mismas, dibujando una subjetividad de lo abierto" (López, 2013), 
es asumir la necesidad de cuidados mutuos que tenemos todas durante 
toda nuestra vida y no sólo en momentos específicos. Pero este reconoci¬ 
miento es además la vía para sostener la cooperación entre las personas 
para satisfacer necesidades y lograr objetivos colectivos. 


Esta concepción entronca con la necesidad de distribución de la renta -ya 
que todas participamos en la producción de la riqueza- y la búsqueda de 
la justicia social. Asumir la interdependencia y la necesidad de la coope¬ 
ración para mantener la vida aporta una Importante potencia a la lucha y 
la acción política alejada de imaginarios vanguardistas, de "revoluciones 
instantáneas armamentísticas" como lo denunció en su día el movimien¬ 
to Riot Grrrls 6 . 

Pero también abre la puerta a pensar y elaborar nuevos marcos de ciu¬ 
dadanía más inclusivos e integrales. En ese sentido es interesante men¬ 
cionar la propuesta formulada por Precarias a la Deriva (2005, citado en 
Pérez 2006) acerca de la noción de cuidadanía. Esta no trata de establecer 
"un estatus para los sujetos a partir de la posesión de derechos" mas nos 
alerta sobre la conveniencia de "construir nuevas formas de vida social y 
política" basadas en la interdependencia y la vulnerabilidad en las que los 
cuidados y la sostenibilldad de la vida sean protagonistas. Este paradigma 
alternativo nos permitiría escapar de los corsés de la división sexual del 
trabajo y por lo tanto de la cristalización de los roles de género Impuestos 
por el heteropatriarcado, así como de la referencialldad de la familia nu¬ 
clear como espacio de satisfacción de las necesidades de cuidado. 

Elaboraciones como la de la cuidadanía nos alimenta a seguir defendien¬ 
do la urgencia de ahondar en el debate sobre el actual marco de derechos 
cada vez más debilitado y en su mayoría meramente formales de los que 
quedan excluidas una gran cantidad de personas. 

Entendemos que la propuesta de la RBI's, y concretamente su principio 
ético, fundado en la dignidad humana y por lo tanto, en las condiciones 
para sostener la vida cada día, representa un punto de encuentro entre 
los planteamientos feministas y la base teórica de la RBI's. 

Es la condición de ser humano, caracterizada por la fragilidad, la vulnera¬ 
bilidad y la interdependencia, el elemento generador del derecho de tener 
cubiertas nuestras necesidades y acceder a unas condiciones de vida saluda¬ 
bles y plenas, ya que "el concepto de bienestar no es suficiente. La reivindi¬ 
cación es ahora la felicidad" (Dalla Costa, 2004, pp.6-7 citado en Pérez 2006). 


6 En http://radiotlc.blogspot.com.eS/p/manifiesto-riot-grrrl.html se puede encontrar 
una traducción de su manifiesto fundacional. 



La independencia económica como estación de salida 
hacia la autonomía y el alejamiento 
de la familia nuclear-radioactiva 

Hemos hablado en el epígrafe anterior sobre la falacia del concepto 
de ciudadanía liberal-burguesa-androcéntrica representado por una 
supuesta independencia y libertad y que en realidad está edificada 
sobre la opresión y la apropiación del trabajo de las personas que se 
encargan del continente oculto de los cuidados. 

Pero además de falaz, por menospreciar la necesidad de cuidados 
mutuos que tenemos todas, tal paradigma es, en cualquier caso, es¬ 
trecho ya que los derechos y libertades individuales que propugna 
sólo son disfrutados por una pequeña parcela de la población. La par¬ 
ticipación en el mercado de trabajo asalariado, o bien la pertenencia 
a un núcleo familiar, son las condiciones de reconocimiento de de¬ 
rechos como las prestaciones por desempleo, incapacidad, viudedad 
e, incluso, la asistencia sanitaria. La vinculación del reconocimiento 
de derechos a cualquiera de estos supuestos es una limitación de la 
libertad y de la autodeterminación de la vida de las personas que la 
RBI's busca dar respuesta. 

En ese sentido es obligado mencionar algo que es ampliamente estu¬ 
diado y asumido por el conjunto del movimiento feminista: el rol que 
juega la familia nuclear-heteronormativa como institución patriarcal 
por excelencia encargada de las tareas de disciplinamiento y con¬ 
trol social. La familia heteropatriarcal se convierte a menudo en un 
espacio de violencia y atentado contra la autonomía, los proyectos 
y expectativas vitales, la libertad afectiva y sexual de las personas. 
Esto es aún más acusado en el caso de que tengamos una identidad 
u orientación sexual disidente a la norma establecida. 

En este escenario de crisis multidimensional el efecto de la merma 
de ingresos y el desmantelamiento de los servicios y recursos públi¬ 
cos que antes suplían parte de las necesidades de cuidados redunda 
en un incremento de la dependencia respeto al núcleo familiar. 

Cristina Carrasco (2012) comenta que tal situación conlleva que pare¬ 
jas sigan conviviendo a pesar de no desearlo, hecho que se corrobora 


por la reducción del número de divorcios y separaciones, y alerta 
sobre la intensificación de la tensión y la violencia contra las mujeres. 
Aunque las cifras (ciertamente un recorte demasiado plano de la rea¬ 
lidad, pero en ese caso útil para complementar nuestra análisis) de 
mujeres asesinadas y de denuncias hayan disminuido el 2013 con 
relación a los años anteriores 7 , diferentes voces sostienen que tal de¬ 
cremento no se debe a un retroceso del terrorismo machista, sino a 
la mayor dependencia económica y vulnerabilidad a la que se ven ex¬ 
puestas las mujeres. Los recortes producidos en los ya insuficientes 
dispositivos dirigidos a dar respuesta a la violencia machista agravan 
aún más esta situación. 

La violencia económica también se ensaña con las identidades y 
cuerpos minorizados. Especialmente preocupante es el impacto de 
la violencia estructural sobre las personas transexuales, expuestas a 
una mayor discriminación y desigualdad en el acceso o mantenimien¬ 
to del empleo. Eso hace con que muchas veces el trabajo sexual sea 
la única opción para la obtención de ingresos, aunque las dificultades 
en el mundo laboral sea una realidad que afecta a todo el colectivo de 
lesbianas, gays, trans y bisexuales. Sobre todo en el caso de las per¬ 
sonas jóvenes, colectivo en el que las cifras de desempleo superan 
el 50%, las barreras para la independización son evidentes, así como 
los obstáculos que tal situación de sujeción económica y material 
suponen para la realización de un proyecto vital y afectivo-sexual, 
libre y pleno. 

Por todo lo anterior, el hecho de que la RBI's se asigne de forma in¬ 
dividual reconoce y promueve la autonomía, la capacidad de elección 
y la seguridad de las personas al margen de los vínculos familiares. 

Pero sobre todo nos permite explorar otros modelos de convivencia y 
relación, redes más extensas de cuidados y afectos que cuestionen 
y superen el opresivo marco de la familia nuclear heteronormativa, 
dando pasos hacia la urdimbre comunitaria que precisamos. 


7 Díaz, Paula y Flotats, Anna. Los efectos de la crisis falsean los datos de violencia 
de género. Público. Recuperado el 18 de noviembre de 2013, de http://www.publlco. 
es/actualldad/482244/los-efectos-de-la-crlsls-falsean-los-datos-de-vlolencla-de-genero 



A modo de conclusión: ¡No le rendimos culto al trabajo! ¡Por una 
sociedad al servicio de la vida y no de los mercados! 

Hasta aquí llegamos en nuestro intento de entretejer los hilos entre los plan¬ 
teamientos feministas y la propuesta de la Renta Básica de las Iguales. Una 
labor artesanal que empezamos hace mucho y que fuimos fortaleciendo 
en los últimos tiempos gracias a las aportaciones, Interrogantes, críticas e 
Ilusiones de todas con las que fuimos compartiendo este bordado colectivo. 

Como ya lo aclaramos en el prólogo, con este trabajo nuestra Intención no 
es otra que seguir nutriendo el debate sobre cómo organizar nuestras vidas 
al margen del mercado. 

Por un lado buscando formas colectivas, justas y sostenlbles de satisfacer 
nuestras necesidades y demandas de cuidados. Y por otro resistiendo al se¬ 
cuestro de nuestros bienes comunes (materiales e Inmateriales) y de nues¬ 
tras potencialidades, al chantaje del empleo y de las relaciones capitalistas. 
Abrir espacios para la exploración y el desarrollo de elementos que la lógica 
capitalista desprecia o mercantlliza, pero cuyo valor vamos, poco a poco, (re) 
descubriendo, legitimando y tomando en nuestras manos: tiempo, descan¬ 
so, autoculdado, sexualidad, relaciones, cultura, recreo, participación... 

Situando la interdependencia, base fundamental para el apoyo mutuo, y 
la vulnerabilidad, evidencia de nuestra condición frágil y finita, como di¬ 
mensiones centrales, generado espacios de relación que nos permitan Ir 
discutiendo y asumiendo las contradicciones y cuestlonamientos que su¬ 
pone plantearnos la evocativa y posibilitadora pregunta: ¿a qué se parece 
la vida que deseamos y tenemos derecho a vivir? 

Porque al contrario de lo que nos quieren hacer creer, la vida ya la te¬ 
nemos ganada... Es el momento de romper con el engranaje merorl- 
tocrático, individualista, competitivo y servil. Porque cada día somos 
más las que nos damos cuenta de que la vida de sujeción que nos 
quieren Imponer los compinches del capitalismo-heteropatrlarcal no 
es vivióle, de hecho, a menudo, no es ni soportable. 

Por ello la urgencia de Inventar, de soñar, así parezca una utopía, un 
Inalcanzable -como acostumbra pasar cada vez que las sometidas 
alzan la voz para enunciar la realidad en la que quieren vivir- maneras 


de tocar ya algo del futuro que queremos construir. Y esa apuesta 
política no puede darse al margen del reconocimiento y el compro¬ 
miso colectivo con las necesidades y el bienestar de las personas. 
Cualquier estrategia de resistencia, de combate al sistema, tendrá 
que pasar por la preocupación y la implicación real (y no desde una 
solidaridad abstracta) por la existencia, por sostener la vida. 

Para ello no hay un único camino, sino una multitud de pequeños sen¬ 
deros por explorar. Colocar la vida es colocar la vulnerabilidad en el 
centro, y eso conlleva la necesidad de empapar también, dice Silvia 
López Gil (2013), nuestra acción política de este concepto, asumien¬ 
do que "no lo sabemos todo, ni lo podemos todo" Se trata de ensayar 
posibles respuestas, de generar contrapoderes desde la lógica del 
proceso, la participación y la autonomía. 

Esperamos pues que este material, para cuya confección bebimos de 
la elaboración teórica y de los pensares y sentires de muchas muje¬ 
res y personas admirables, a las que desde aquí agradecemos por su 
empeño en contribuir a la superación del kapital killer 8 , avive (en las 
plazas, en las casas y en las camas) el fuego del debate sobre como 
hacer que la vida, los cuidados, los amores y el placer se conviertan 
en categorías centrales en nuestros proyectos políticos y sociales. 
No podríamos despedirnos sin visibilizar y agradecer a toda la trama de 
relaciones de diversa índole y que de variadas maneras nos ha proveído 
de cuidados, mimos, apoyo y atención mientras nos dedicábamos a ela¬ 
borar este trabajo, porque sin ella hubiera sido imposible sacar tiempo y 
energías de nuestras vidas precarizadas para esta tarea. 

Esta experiencia, así como en tantos otros momentos vitales, es la prue¬ 
ba del inapelable papel de los trabajos de cuidados para todo y cualquier 
proceso de producción y el argumento para seguir luchando por desarro¬ 
llar propuestas que garanticen la retribución, social y económica, a la que 
por justicia tienen derecho cada uno de los eslabones de esta cadena. 


8. En referencia al poema de Chus Pato, "Porque non é só o idioma que está ameaza- 
do" (m-Talá, Vigo, Xerais, 2000). 



Voces feministas 


Voces desde Santander 

Conversaciones de una tarde cualquiera 

Por Sara Rodríguez y Virginia Prieto 



- La primera vez que oí hablar de la Renta Básica me pareció una ¡dea que 
solucionaba casi todos los problemas con los que nos encontramos a diario, 
salí entusiasmada. Luego vino el leer sobre ella y ponerse a trabajar. Ahí cho¬ 
qué con que algunas personas ponían pegas y no lo entendí y no entiendo 
que no lo vean como yo. 

- Porque creo que es algo visceral, o te entra de primeras o te posicionas en 
contra como si fuese un problema. La diferencia está entre quien quiere un 
parche y quien quiere un cambio real de la sociedad. 

- Pues no sé, yo no veo más que ventajas, hoy cuando hemos despedido a 
David, lo primero que he pensado es, si tuviera una Renta Básica no tendría 
la necesidad de irse a Holanda por una " Beca-trabajo" por 400 y pico euros y 
"trabajar" estaría aquí aportando lo mucho que sabe. Eso es lo que me pasa 
desde que conozco el concepto de Renta Básica siempre pienso "pues si la 
tuviéramos eso sería así o de la otra manera" no veo más que ventajas. 



- Pues sí, si la tuviéramos no perderíamos a gente que nos aporta 
cosas, sobre todo humanamente. Yo, por ejemplo, dejaría el empleo. 
Siempre he pensado que "tenía" que trabajar porque como mujer, 
tenía que demostrar que yo era capaz de valerme por mi misma, 
y ahora pienso que la Renta me daría la autonomía suficiente para 
hacer otras cosas que me aportan más. Además de disfrutar de tu 
gente, hijas, amigas, madres, padres o de ti misma. 

- Claro además de que ¿por qué mirar las nubes está mal visto? Cuan¬ 
do encuentro momentos para no hacer nada al final son los más 
productivos porque pienso con más claridad y no sujeta a horarios y 
tener para hacer una propuesta o tener una idea maravillosa para un 
día concreto porque hay una una reunión o donde sea. Es absurdo. 

- Sí, pero quedan muchas dudas y mucho camino para esto. Nada, a 
seguir peleando por conseguirla. 


Voces desde Gipuzkoa 

La RBis «un buen punto de partida para una ruptura» 

Por ZialdoKA 


Desde que supimos de la existencia de este proyecto supimos que sería 
Interesante incluir las voces de las personas que trabajan en el proyecto 
Aukera. Aukera es un programa de la Asociación Arrats de Gipuzkoa cuya 
línea de trabajo es la del apoyo tanto a las personas que han dejado de ejer¬ 
cer la prostitución como a las que continúan ejerciéndola. Desde esta aso¬ 
ciación tienen claro que lo primero son las personas, por eso resaltan que 
no es casualidad que el significado en castellano de Aukera sea elección. 

La sintonía no podía ser mayor dadas sus pretensiones como colectivo 
como es «la mejora de la calidad de vida de las personas que ejercen 
la prostitución, la sensibilización de la sociedad acerca de esta realidad 
social, el apoyo de los derechos de este grupo social, el fomento de la 
solidaridad mutua dentro del propio colectivo» por lo que nos parecía más 
que oportuno incluir algunas consideraciones que nos pudieran aportar 
desde su experiencia. 


Su conocimiento de la Renta Básica de las Iguales es reciente pero 
consideran que si ésta, la RBis, de partida sirve para romper con todo 
lo que está entorno al trabajo, o mejor dicho en torno al empleo, es un 
buen punto de partida para una ruptura. 

Empleo, trabajo. Trabajo, empleo. Lo que ejercen estas personas es 
evidente que no es empleo entendiendo que no está dentro del mer¬ 
cado laboral, ellas lo saben bien, pero sin embargo, es un trabajo remu¬ 
nerado si bien éste es invisible a los ojos de la economía formal. Una 
¡nvisibilizaclón que lleva a que se produzcan situaciones de indefensión 
y ausencia de derechos sociales. Por ejemplo, dentro de la experiencia 
con las personas que ejercen la prostitución, las compañeras de Auke- 
ra han comprobado que éstas no se acercan a pedir ayudas sociales, 
en este caso rentas mínimas como la Renta de Garantía de Ingresos 
(en adelante RGI) de la Comunidad Autónoma Vasca. Estas personas lo 
primero que hacen es intentar buscarse la vida intentando mantener¬ 
se con lo que ganan con los servicios y no se acercan a los servicios 
sociales de base a solicitar ayudas pues esto les supone un alto grado 
de control solicitándoles mucho papeleo que al final les expone a tener 
que dar a conocer a que se dedican, algo que lleva al estigma pues eso 
supone una visualización de su profesión, lo que en ocasiones implica 
dificultades para las trabajadoras sexuales. No sólo no se acercan a 
los servicios sociales sino que no parece que tengan cabida en Lanbi- 
de (Servicio Vasco de Empleo), organismo público que actualmente 
gestiona todo lo relacionado con la RGI. Su realidad social, como por 
ejemplo, la movilidad y el hecho de estar empadronadas en otro lugar 
diferente al que trabajan o directamente la imposibilidad de empadro¬ 
narse les impide acceder a todo lo relacionado con las ayudas sociales. 

La centralldad del empleo en el sistema social en que vivimos lleva 
a que se produzca una fuerte estigmatlzaclón social dado que estas 
personas trabajan en una actividad no regulada y menos aún "norma¬ 
lizada" socialmente. Así se puede comprobar cuando una persona se 
acerca a un cursillo o a la trabajadora social y lo primero que se le 
pregunta es cómo se llama y seguidamente en qué trabaja. Algo que 
produce miedo y angustia. En Aukera constatan una falta de discurso 
de como estas personas se ganan la vida aunque tengan ingresos, 
volvemos a la centralidad del empleo, lo que equivale a preparar este 
discurso a la hora de acercarse a la Unidad de Trabajo Social de su 


municipio o al Servicio de Empleo con el fin de ocultar su verdadera 
fuente de ingresos ya que no está "bien visto'.' Esto se puede ver como 
el "mundo de las mentiras" que alimenta el "mundo de los prejuicios" 
así se entiende que se miente para cobrar las ayudas, sin embargo, la 
mayoría de las mujeres con las que trabajan desde Aukera no quieren 
pedir estas ayudas pues ya tienen ingresos y aunque los ingresos sean 
pocos y tengan derecho a cobrar las ayudas, no se facilita que puedan 
ejercer su derecho a cobrarlas. 

Otro colectivo son las personas transexuales que tropiezan con im¬ 
portantes dificultades al estar todo vinculado, una vez más, al em¬ 
pleo. Estas personas, en el caso de Aukera mujeres, no pueden 
acceder al empleo de forma normalizada pues los empleos están 
catalogados bien de femeninos bien de masculinos quedando en una 
situación grave al no poder o no querer hacer una reasignación de 
sexo y poder acceder a un empleo. Situación que les acarrea buscar 
en la prostitución lo que no pueden conseguir mediante el empleo. 
Esta situación de total desamparo y falta de derechos implica impor¬ 
tantes problemas en un plano emocional y de salud mental y física 
para estas personas. Dos puntos importantes de la RBis como la 
universalidad y la incondicionalidad tendrían gran importancia para 
estos colectivos. La RBis evidentemente no solucionaría todos los 
problemas sociales de estas personas pero supondría un avance en 
la lucha por la superación de esos problemas. 

Nos cuentan desde Aukera que si se pudiera acceder a una RBis ésta 
podría suponer un importante colchón económico para estas personas 
teniendo en cuenta que esta mal llamada crisis ha llevado a la bajada 
de precios con el consiguiente deterioro en las condiciones de trabajo. 
Igual que se produciría en cualquier otro empleo uno de los efectos de 
la implementación de la RBis, reconocen, sería la de una negociación 
al alza de los precios de los servicios. Lo que sin duda mejoraría sus 
condiciones de trabajo. Admiten que esta posibilidad se daría en perso¬ 
nas que tuvieran unas ¡deas claras para utilizar este colchón. Ven claro 
que este colchón, la Rbis, en un primer momento sería de gran utilidad 
a las mujeres que deseen salir de la prostitución pero también para las 
que deseen seguir ejerciéndola. Proporcionando un punto de dignidad. 
Algo que no se diferencia de cualquier otra persona empleada que de¬ 
see o no dejar el empleo que actualmente tiene o desearía tener. 


Precisamente desde Aukera entienden que la RBis no es una herramienta 
en la que sean sólo unos determinados colectivos los que se beneficiarían 
sino que es una herramienta que nos beneficiaría a todas en su conjunto 
sin distinción alguna. Lo que facilitaría la RBis, según ellas lo entienden, 
es la libertad para decidir ciertas cosas fundamentales. Las trabajadoras 
del sexo se beneficiarían teniendo libertad para decidir ciertas cosas, pero 
también las personas desempleadas, las jóvenes en edad de ser emplea¬ 
das o no, en definitiva el beneficio sería para todas. 

Como vemos la RBis puede ser una magnífica herramienta de supe¬ 
ración y de libertad de decisión no sólo en colectivos sociales deter¬ 
minados sino en el conjunto de la sociedad. Es una herramienta que 
facilita procesos emancipatorios tanto personales como colectivos. 
Procesos que tienen diferentes fases. Pero tenemos que tener claro 
que esta herramienta precisa del trabajo, la conciencia y la lucha de 
todas nosotras pues por sí sola no soluciona nada. Así lo han enten¬ 
dido las gentes de Aukera y así lo entendemos nosotras. 


Voces desde Vigo 

A reivindicación da RBis chegou a miña vida para quedarse 

Por Cris Blanco 


Podería ser doutra maneira? Non. Unha formulación a prol de dignificar 
a miña vida e a d@s que me rodean, de plantexarme todas as relacións 
emocionáis e laboráis que conforman a muller que son, ten que ser por 
sentido común un estímulo para apuntalar os alicientes das loitas antica- 
pltalistas e antipatriarcals. 


Cando reflexiono aorredor de que supondría para min percibir a RBis en¬ 
tran nestes pensamentos as miñas antergas familiares. Miña nai solteira, 
embarazada, repudiada e migrada para poder quitar adiante a súa filia. 
Traballou do que non quería, do que se sentía humillada e vexada, esta 
situación pola supervivencia levouna ao alcoholismo, unha enfermidade 
da que xa non foi quen de curarse. Doenza que arrastroume a sufrir unha 
infancia moi dura, chea de maltratos tanto físicos como psíquicos e abu¬ 
sos sexuais do pal de turno. 


Miña na¡ e eu poderíamos ter outra realidades si as nosas necesidades 
básicas estiveran cubertas pola RBis? Estou convencidísima de que sí. 
Ela cociñaba e cociñaba moi ben, e lie gustaba, e soñou nunha época da 
súa vida formarse e ter un bar pequeniño preto do mar, e ler, gustáballe 
ler, e gustáballe contar historias e invéntalas, e as veces cando estaba 
sobria, daba aloumiños inmensos que curaban a alma. 

Que me esperaba a min con 15 anos marchando da casa? Cunha man 
diante e outra detrás, e cunha chea de dor e de sentimento de culpa, e 
de raiba e de medo....máis tiña que sobrevivir coma fose . Pois nada, en 
centros tutelados ata os 18 e despois a traballar para acadar a miña sub¬ 
sistencia. Eu que soñaba con ser traballadora social, máis non tiña os me¬ 
dios nin tan sequera as forzas, despois das 14 horas diarias nun bar para 
pagar o aluguer, a luz, a auga... tan so me quedaban forzas para soñar. 

Todo o que me aconteceu ata hoxe tamén xira aorredor da supervivencia. 
Da falta de seguridade e estabilidade emocional que sofres cando toda a 
túa actividade vital xira a prol de sastisfacer os mínimos necesarios para 
sobrevivir. Casarte con 20 anos por amor e divorciarte con 22 por "diferen- 
zas irreconciliables'.' El volveu para a casa eos seus país, máls eu cun bebé 
e sin medios para mantelo. Ningún traballo que atopaba tiña un horario que 
concillase coa gardería do meu pequeño, eso sin contar que o que custaba 
a gardería non me deixaría pagar o aluguer. As axudas que tentel solicitar, 
con moi pouca información e apoio por parte do equipo social do concello, 
chegaban tarde e a única alternativa era entregar ao meu pequeño aos ser- 
vizos sociais. Paseino mal, pois chegou o momento que non tiña nin para 
comer e pedindo axuda ñas amizades que eu mesma perdín cando me 
casei. Máis xa non houbo máis saída ou así o creín entonces, que deixarlle 
o neno os avós paternos, que me traguei o orgullo e pensei no meu cativo. 
Collerón a tutela temporal mentras eu me buscaba a vida e estabilizaba a 
miña situación. Pasaron anos, e foi duro pois o neno non sempre quería 
verme e non tiña ese vínculo conmigo que se tece no día a día. 

Recompuse a miña situación cunha nova parella e cun traballo máis estable, 
recuperei con moitas bágoas e amor a relación co meu cativo que xa ía para 
oito anos cando pudemos dormir outra vez xuntos na mesma casa, e pasar un 
día enteiro talando e xogando. E agora ten un irmán e tentamos arrancar horas 
fora das xornadas laboráis e escolares para poder ter tempo para falar, xogar, 
aloumiñar, cociñar, ler, cantar, rir, chorar, pintar... en definitiva acompañarnos. 


É duro vivir cando a túa prioridade é únicamente conseguir cartos para cubrir os 
alimentos, a luz, a auga, o abrigo, o teito, as medicinas... Cando tes que deixar 
@s fill@s na gardería con catro meses e non estamos preparadas. Cando lies 
doe a barriga e tes que deixar a visita á pediatra a mañá libre que tes, pois te¬ 
mos un negocio familiar e depende todo de nós. Que un de nos enferme ou se 
ausente supon que o resto asuma o dobre de traballo e pelexe coas horas do 
día para chegar a todo e que non se resinta o peto ao final de mes. Estos sacri¬ 
ficios e ansiedades non aseguran para nada os cartos para pagar as facturas. 
Xa non talemos si se avería o coche ou os nenos precisan unhas gafas ou un 
aparato para os dentes, entón toca decidir que o recibo da luz é máis necesario 
que as gafas nese momento. 

Cando nacemos choramos e atopamos a seguridade no colo, o alimento no 
peito, a calor na mantiña... Máis os choros seguen toda a vida, e non sempre 
son cubertos nin en tempo nin en forma. Que pasaría si podáramos atender e 
atendernos desde a tranquilidade que da vivir dignamente, desde a seguridade 
que da ter cuberto o teito o alimento. Que pasaría si as persoas non arrastrára¬ 
mos toda a vida a loita pola subsistencia?Teríamos tempo para pensar cal son 
realmente as nosas prioridades , para afondar nos noso talentos para coidar as 
nosas emocións...en definitiva seguro forxábamos personalidades que mu¬ 
darían a realidade coñecida, vidas que que se enredarían pois seríamos cons¬ 
cientes de que nos unen sentimientos e soños e non as ansiedades e tristezas 
da loita diaria. Estou convencidísima, e así aprendín das miñas experiencias 
grazas a achegarme ao proceso da Rbis, que aínda hai esperanzas de que sexa 
maravilloso vivir, e niso andamos. 


Voces desde Compostela 

Recogido en uno de los talleres sobre Rbis y Feminismo 


Em que mudaría a minha vida a Rbis... 

- Nunca percebi a quantidade equivalente á Rbis num salário, assim que 
sentiría rica. 

- Liberdade para seguir-me formando emudar de orientagao profissional 

- Liberdade para escolher onde e com quem vivo 

- Maior cuidado e saúde global 

- Mais tempo para mudar este sistema 

- Liberdade 



- Disfrutar de tempo da vida 

- Contribuir a mellorar a vida dos demais 

- Deixar unhas boas condicións de vida para as persoas que que venan 
despois de nós 

Para mim, o faz urna vida valer a pena? 

-Tempo para cuidar-se, saúde no mais ampio sentido 

- Redes e afetos 

-Tempo para contribuir a melhorar o presente 

- Liberdade e recursos de expressao 

Que son para min unhas condicións de vida digna? 

- Amor 

- Liberdade 

- Realización Persoal 

- Poder de decisión 


Voces desde Carral 

Em primeira pessoa... 

Por Mónica Gongatves (Herves-Carral-A Corunha) 


... Porque assim deve ser; estou algo farta dessa coisa masculina de falar des¬ 
de a teoria sem se debrugar na vida de cada dia. O feminismo ensinou-nos há 
décadas que o pessoal é político, assim que nao quisera cair na velha arma- 
dilha... Também nao contradirei aquilo de "nao há nada mais prático do que 
urna boa teoria',' sendo sempre conscientes de que a teoria é construida por 
pessoas com vidas, privilégios e opressóes concretas. 

A primeira vez que acodim a um obradoiro entre mulheres sobre Renda 
Básica Renda Básica das Iguais, recebemos explicagáo sobre o que era, e a 
continuagáo urna simples pergunta:" Em que mudaría a nossa vida se já fosse 
urna realidade?" O exercício abriu-me a mente. Urna das coisas que respon- 
dim foi que me sentiría rica; em realidade, quería dizer "deixaria de me sentir 
precária'.' Nada mal para comegar... 

Para seguir, teoria: ñas casas hetero-patriarcais como a minha, o salário da 
mulher costuma ser inferior ao masculino, no fundo um "complemento" da 



economía "familiar" a conveniencia do macro-sistema, e assim vivido 
por muitas no seu micro. Urna das consequéncias é que a maioria das 
mulheres que conhego renunciamos sistemáticamente a muitos desejos 
materiais (além de outros); por suposto, o consumo é um importante de¬ 
bate em si mesmo, mas as despesas dos homes nos seus hobbies nao 
costumam ser táo (auto)questionadas... 

Ñas "crises" esse salário secundário é o primeiro em desaparecer. Oxalá 
vos pudesse contar que sou urna emprendedora-empoderada-autosufi- 
ciente, mas por agora sou apenas aspirante a. Hoje, na minha casa he- 
tero-patriarcal-em-deconstrugáo, entende-se que o servigo gratuito que 
fago para o sistema, reproduzindo a forga de trabalho no lar (porque olha 
que temos o costume de comer 3 vezes por dia.,.1) tem um valor, e assim 
recebo a minha paga em ouros contantes, que nao em carinho, sexo nem 
outras espécias...* (o reconhecimento nao material é muito agradecido, 
mas nem do ar, nem de "contigo pao e cebóla" vive a mulher). 

Ficar na casa pode ser obriga ou escolha (e há uns anos que muitas pes- 
soas estáo a descobrir as virtudes na necessidade), mas nao significa 
deixar de lutar, pois a luta está em toda a parte, aquí mesminho ao lado e 
dentro de nós, se há consciencia e compromisso. A luta pública é impres- 
cindível, como o é a diária mais invisível: a transformagáo das relagóes 
humanas, o caminho cara a auto-suficiencia, o consumo responsável, a 
crianga respetosa... geridas em boa parte no fogar, sao também semen- 
tes de revolugáo. Ou quando menos sao opgoes políticas, táo (in)válidas 
como quaisquer outras. 

A Liberdade atopa a Justiga. 

Nunca fui muito partidária do salário das "donas de casa" (quando ficará 
esta expressáo obsoleta...?), das currantas privadas do fogar. Para mim 
(e tantas) a RB dls significaría que, em vez de cobrar através da explo- 
ragáo de urna pessoa, com quem tenho urna relagáo afetiva arbitrária 
mas instituida socialmente (por muito que nao casemos), o sistema me 
pagaría diretamente. Seria um reconhecimento público, social, as horas 
dos meus dias. 

E porque tenho direto a viver dignamente, sem importar se moro com 
um home, sozinha ou com 5 mulheres e 8 changas. Muito mais justo, 
onde vai parar. 



Também pensó no presente do 
tempo que suporia para mim e 
para tantas. Tempo para o meu 
projeto, que tenta juntar a paixáo 
com a utilidade social e a minha 
Independencia (do namorado, 
do patrono e do sistema), sem 
o medo terrível a nao sobrevi- 
ver, que envolve todos os outros 
medos e trava as intengóes. 
Sem passar por essa dicotomía 
desgarradora que é prostituirnos 
para "ganhar a vida',' enquanto 
nao podemos exercer um talen¬ 
to que a enche de sentido, e a 
comunidade nao pode benefi¬ 
ciarse del. 



A segunda vez (repetlm obra- 
dolro), fol muito rico em ques- 

A . by Tiago Zaniratti bajo licencia © BY 2.0 

tionamentos sem prepotencia, 
muito vivo. Ficou-me claro que 

só por isso paga a pena talar do tema. Abre-nos a mente; Imaginamos um 
mundo além das nossas vidas, desde elas. Aqui e agora é o ponto de arranque; 
retomo o Manifestó Riot Grrrl de 199T. "(...) Porque reconhecemos as fan¬ 
tasías da revolugáo instantánea armamentística dos machos como mentiras 
pouco práticas, destinadas a nos manter simplesmente a sonhar, em vez de 
nos transformar nos nossos sonhos, procurando assim criar a revolugáo ñas 
nossas vidas todos os dias, imaginando e criando jeitos alternativos á merda 
capitalista crista de fazer as coisas'.' 


Em I a pessoa, porque sei que sou mais um grao e nao há dois iguais, mas 
somos a mesma praia sob o asfalto; e a térra onde germolam as sementes 
todas... 

*Agradego mu ¡tas ideas inspiradoras a María Fidalgo, Erika I rusta R., Germaine Greer, 
Xiana Arias, e tantas outras companheir@s de reflexáo (escrita e "lercheo" infinito). 

* Convido-vos a visitar na web esta agáo da artista Yolanda Domínguez 
http://www.yolandadominguez.com/es/chica-joven-se-ofrece-para-2009.html 



BIBLIOGRAFÍA 


Hacia la centralidad de la vida 


Braudel, Fernand (1985) La dinámica del capitalismo, México: Fondo 
de Cultura Económica. 

Carrasco, Cristina (2009): "Mujeres, sostenibilidad y deuda social" 

Revista de Educación, número extraordinario 2009, Madrid: Ministerio 
de Educación. 

Castoriadis, Cornelius (2013): "El ascenso de la insignificancia" en 

Aguilera Klink, F. Para la rehumanización de la economía y la sociedad, 
Almería: Mediterráneo Económico. Cajamar, pp. 63-92. 

Federici, Silvia (2010): Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y 
acumulación originaria, Madrid: Traficantes de Sueños. 

Herrero, Yayo (2013). "Miradas ecofeministas para transitar a un 
mundo justo y sostenible" en Revista de Economía Crítica n° 16. 

Mies, María y Shiva, Vandana (1998): Ecofeminismo: teoría, 
crítica y perspectivas. Barcelona: Icaria 

Mellor, Mary (2000): Feminismo y ecología. México. Siglo XXI 

Mora, Laura (2013): "El trabajo con sentido en proyecto 
constituyente" Madrid: Papeles n 0 122 

Naredo, José Manuel (2006): Raíces económicas del deterioro 
ecológico y social. Más allá de los dogmas. Madrid: Siglo XXI 

Pérez Orozco, Amaia. (2006): Perspectivas feministas en torno a la 
economía: el caso de los cuidados. Madrid: Consejo Económico y 
Social, Colección Estudios, 190. 

Polanyi, Karl (1992/ La gran transformación: Los orígenes políticos 
y económicos de nuestro tiempo (1944) México: Fondo de Cultura 
Económica 


RENTA BÁSICA DE LAS IGUALES i f^miHlífflOS' 
De la centralidad del empleo a la centralldad de la vida 


Rockstróm, Johan (2009) "Planetary boundaries: exploring de safe 
operating space for Humanity" en Ecology and Society, vol.14, num 2 

Thompsom, Edward Palmer (1989). La formación de la clase obrera 

en Inglaterra. Barcelona. Crítica. (Original: The Making of the English 
Worklng Class, Nueva York: Vintage Books, 1963) 


Los principios de la desigualdad 

Castro García, Carmen (2012) ¿Cómo afecta la crisis y las políticas 
de austeridad a los derechos de las mujeres y a la Igualdad? 

Durán, M a Ángeles (2012) "Más allá del dinero. La economía del 
cuidado" Discurso de investidura como Doctora Honoris-Causa 

Pérez Orozco, Amala (2010) "Diagnóstico de la crisis y respuestas 
desde la economía feminista" 

Asociación Economía Crítica de la Universidad de Málaga. (2012) 

"Heteropatriarcado y violencia machista" 

Disponible en: http://malaga.economiacritica.net/?p=989 


Renta Básica de las Iguales y Feminismos: 
puntos de encuentro... ¡y caminos por recorrer! 

CARRASCO, Cristina B. (2001) 

La sostenibilidad de la vida: ¿un asunto de mujeres?. 

Mientras Tanto, n° 82, pp.5-25. Recuperado el 01 de abril de 2014 

Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collec1/clacso/index/assoc/D2748.dir/2carrasco.pdf 


CARRASCO, Cristina B. (2011) La economía del cuidado: plantea¬ 
miento actual y desafíos pendientes. Revista de Economía Crítica, 
n°11, pp.205-225. 


CARRASCO, Cristina B. (2012) No es una crise, es el sistema. Revista 
Con la a, N°1. Recuperado el 11 de marzo de 2013. 

Disponible en: http://numero1.conlaa.com/archivos/562 


Chus, Ruth y Sua (2013) La tiranía del empleo como norma. 

Diagonal. Recuperado el 13 de noviembre de 2013. 

Disponible en: https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/19591-la-tirania-del-empleo-como-norma.html 


DALLA COSTA, Mariarosa (1971) Las mujeres y la subversión de la 
comunidad, en El poder de la mujer y la subversión de la comunidad 
(Dalla Costa, Mariarosa y James, Selma, 1972). México, SigloXXI. 
Recuperado el 03 de junio de 2013. 

Disponible en: http://retoricasdaresistencia.blogaliza.org/files/2012/01/Las-mujeres-y-la-subversion- 
de-la-comunidad-1 971.pdf 


DEL OLMO, Carolina (2014) La renta básica y la cuestión femenina. 
¿Dónde está mi tribu? [blog]. Recuperado el 20 de enero de 2014. 

Disponible en: http://dondeestamitribu.blogspot.com.es/2014/01/la-renta-basica-y-la-cuestion- 
femenina.html 


DEL RIO, Sira. (2013, ¿Empleo? What the fuck!. Diagonal. 

Recuperado el 25 de junio de 2013. Disponible en: https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/ 
empleo-what-the-fuck.html 


DEL RIO, Sira y Pérez, Amaya Orozco (2004) Una visión feminista de 

la precariedad desde los cuidados "IX Jornadas de Economía Crítica',' 
UCM, 25-27 de marzo. 

Recuperado el 18 de junio de 2012. Disponible en: http://cdd.emakumeak.org/recursos/268 


FEDERICI, Silvia (2010). El trabajo precario desde un punto de vista 
feminista. Sin Permiso. Recuperado el 25 de marzo del 2013. 

Disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/index. php?id=3007 


FEDERICI, Silvia (2013). El feminismo y las políticas de lo común en 

una era de acumulación primitiva. En S. Federici, Revolución en punto 
cero: Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas (pp. 243-254). 
Madrid, Traficantes de Sueños. 

IGLESIAS, José F. (2011) Que é a Renda Básica das Iguais? 

Málaga: Zambra. 


IGLESIAS, José E, Sáez, Manuel B., García, Óscar J., García, Enrique 
E., Zafra, Rosa L. (2012) ¿Qué es la Renta Básica de las Iguales? 

Málaga: Zambra. 

LÓPEZ, Silvia G. (2013) ¿Cómo hacer de la vulnerabilidad un arma 
política?, Vidas Precarias [blog]. 

Recuperado el 12 de diciembre de 2013. Disponible en: https://www.diagonalperiodico.net/blogs/ 
vidasprecarias/como-hacer-la-vulnerabilidad-arma-para-la-politica.html 


LORES, Diego C., GARCÍA, Enrique E., SÁEZ, Manuel B.(coords.) 
(2012). Repartindo a nosa riqueza. Estudo de viabilidade da Renda 
Básica das Iguais en Galiza. Málaga: Zambra. 

PÉREZ, Amaya O. (2004 Estrategias feministas de la 
desconstrucción del objeto de estudio de la economía. 

Foro Interno, n°4, pp. 87.117. 

PÉREZ, Amaya O. (2006) Amenaza tormenta: la crisis de los 
cuidados y la reorganización del sistema económico. Revista de 
Economía Crítica, n° 5, pp. 7-37. 

PÉREZ, Amaya O. (2011) Crisis multidimiensional y sostenibilidad de 
la vida. Investigaciones Feministas, vol.2, pp.29-53. 

PÉREZ, Amaya O. (2012) De vidas vivibles y producción imposible. 
Rebelión. Recuperado el 18 de octubre de 2012. 

Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144215 


VV.AA. (2009) Orgullosamente Feministas. Necesariamente 
Inconvenientes. Cuadernos de pensamiento y debates. Recuperado 
el 20 de agosto de 2012. 

Disponible en: http://loslibroslibres.files.wordpress.com/2010/08/cuadernillo-feministas.pdf 


Otros títulos publicados por 
Baladre y Zambra sobre la RB1S. 



VIVIR DONDE QUIERAS. Estudio de viabilidad 
de la Renta Básica de las Iguales en el municipio 
de Alt atar (País Valencia) 

VARIOS AUTORES (ENRIQUE GARCÍA Y MANOLO 
SAÉZ, coords.) 



CUADERNOS DE RENTA BÁSICA N° 10 

VARIOS AUTORES 



SOBRE EL 


SOBRE EL DECRECIMIENTO Y OTRAS 
RENDICIONES 

JOSÉ IGLESIAS FERNÁNDEZ 


José Igleciac FerT-ár.d«: 














TERRITORIOS EN RESISTENCIA 

Cartografía política de las periferias 
urbanas latinoamericanas. 

RAÚL ZIBECHI 



LA HUELGA MÁS LARGA 

ASAMBLEA DE YESEROS Y ESCAYOLISTAS DE 
BADAJOZ, JOAQUIN VEGA Y MANOLO CAÑADA 



al capitalismo? 


La Renta 
Básica 
de los 
iguales 

José 


HAY ALTERNATIVAS AL CAPITALISMO. 
LA RENTA BÁSICA DE LAS IGUALES. 
JOSÉ IGLESIAS FERNÁNDEZ 


Fernández 


zambra 




















faCOtoa.® Pcnurricnlo 



¿UNIÓN EUROPEA, PA QUÉ?, ¡PA NÁ! 
W.AA. 

La Lletra A, Ecologista, Libre Pensamiento 



CONTRA 
LA EUROPA 
DEPREDADORA 

DE LOS RECURSOS 
Y LAS PERSONAS 


CONTRA LA EUROPA DEPREDADORA DE LOS 

RECURSOS Y LAS PERSONAS 

W.AA. 



LA UNIÓN EUROPEA, ¿PA QUÉ?, ¿PA QUIÉN? 
W.AA.